Editorial

::: LA CULTURA DE LA LIMPIEZA :::

Ayer nomás al ocuparnos del tema relacionado con la limpieza pública, hicimos hincapié en una necesidad  indiscutiblemente elemental. Nos referimos a la necesidad de tener muy en cuenta que esta tarea es una responsabilidad compartida. Tanto las municipalidades como los vecinos están en la misma obligación de mantener limpia la ciudad donde vivimos.

Mientras ambas partes asuman este compromiso de manera responsable y coherente, la limpieza pública no será un imposible. Pero basta que una de las partes incumpla con su obligación  para que todo se venga a abajo.

En nuestra edición de ayer publicamos la fotografía de una escena con la que estamos acostumbrados a tropezarnos a cada momento y que lamentablemente para muchos ya no es ninguna novedad. La fotografía muestra numerosas bolsas de basura esparcidas a mitad de calle que algunos malos vecinos no han tenido el menor reparo en arrojar en la cuadra seis del jirón José Balta, a la altura de la urbanización 21 de Abril. Pero por muy común que pudiera parecer esta escena, no por ello deja de ser un llamado a  la reflexión.

Como lo dijimos ayer, el problema comienza con el incumplimiento del recorrido y los horarios al que están sujetos los camiones recolectores de basura, cuya capacidad operativa, no está demás repetirlo, prácticamente ha colapsado. La demanda del servicio ya está  cuadruplicando esa capacidad. De ahí que muchos vecinos acudan a la vieja y mala costumbre de arrojar sus bolsas de basura a la calle, o en su defecto encargar a terceras personas que las arrojen a otro lugar.

Sería un error si la municipalidad sigue pensando que la solución de este problema consiste solamente en perseguir y sancionar a los infractores. Los hechos han demostrado que eso no funciona. Al contrario, agrava el problema. En vez de eso, ya en anteriores oportunidades se puso en práctica una costumbre que brindó excelentes resultados y que bien valdría la pena volver a cultivarla. En vez de ser objeto de una sanción, a los vecinos les agrada recibir estímulos. ¿Por qué entonces no premiar al barrio más limpio o al parque mejor conservado, como se hacía antes?

No olvidemos que más allá de una imposición doméstica o una obligación administrativa, la limpieza pública es cultura.

AL RESCATE DE ATAHUALPA

Acompañado de funcionarios municipales, promotores turísticos y periodistas, el alcalde de Nuevo Chimbote Domingo Caldas Egúsquiza recorrió hace unos días la reserva natural Humedales de Atahualpa, donde anunció su propósito de promover este lugar como nuevo destino turístico.

Nada más acertado. Los Humedales de Atahualpa encierran un potencial turístico de primer nivel, pues es una de las poquísimas reservas naturales que florecen a todo lo largo del litoral peruano.  Sus hermosas lagunas, rodeadas de intenso verdor, son el hogar de exóticas aves migratorias que forman parte de un paisaje único y encantador. Eso es un imán para el turismo interno y receptivo.

La promoción de este lugar como nuevo destino turístico va a depender de un trabajo especializado que tendrá que realizar la comuna de Nuevo Chimbote con el aporte igualmente especializado de operadores turísticos. En ese contexto, vale la pena precisar que la naturaleza ya se encargó de poner lo principal: el recurso natural. Ahora depende de la mano del hombre que este recurso sea bien aprovechado y no se destruya jamás. Rescatar este lugar para el turismo no deja de tener un mérito digno de los mejores parabienes.