Opinión

SANTA Y SU PARTICIPACIÓN EN LA INDEPENDENCIA DEL PERÚ (1819 – 2019)

SEGUNDA PARTE

SITUACIÓN DE LA IGLESIA CATOLICA DURANTE LA LLEGADA DE LAS TROPAS REPUBLICANAS A SANTA –  Parte II

De este modo permanecí por esas quebradas hasta que tuve la noticia de que los buques enemigos, en el 20 y 22 en la noche, habían desamparado el puerto. En efecto, después de haberse mandado reconocer la Villa pase a ella en compañía del subdelegado auxiliar y principales vecinos; se presentó a nuestra vista el cuadro más espantoso que ofrece una guerra. La plaza cubierta de toda especie de escombro manifestaba la entera y total destrucción de la vida. El cuartel incendiado presentaba a la imaginación la idea más espantosa y funesta. Pasamos inmediatamente a la iglesia; en vista de ella no hubo hombre que no levantase el grito y regase el suelo con sus lágrimas. Vimos la imagen del Rosario, patrona del lugar, tirada desde su nicho al suelo.

El sagrario y depósitos destrozados; tiradas las vestiduras sagradas por todo el pavimento, rota la caja por cuyo interés había perdido la vida; todo fuera de su lugar y desquiciado y aun vestigios de haberse comido huevos etc., en la grada ultima del altar mayor. No ha encontrado la mínima cosa de plata, a excepción de la corona de la imagen de la Concepción, una media lunita de plata de la demanda de la Peregrina y una patena, que, seguramente, por un efecto de casualidad, no la llevaron. Se tomó razón de las especies de oro y plata sustraídas, la misma que acompaño a v. s. i.

Pasamos luego a mi casa, donde no encontramos cosa alguna; el mínimo mueble destrozado y roto, hasta un tercio de bulas de la próxima publicación rotas y esparcidas por la Villa; la falta de ellas no puedo puntualizar por no habérseme dirigido a m€ el dicho tercio si no al vicario de la provincia, a quien oficiaron los señores ministros de real hacienda; con decir a v. e. i. sin libros parroquiales ni míos, sin breviarios y solo con lo encapillado he dicho todo. Yo mismo me hubiera podido tolerar si la bondad de d. Ángel González no me hubiera auxiliado con un par de camisas y aun del alimento necesario. Recorrimos luego toda la Villa, todas las casas y hasta el mínimo rancho han tenido la misma suerte que la mía.

Se reconoció luego la playa donde se encontraron algunos fusiles, un toldo grande, una vela de mesana, algunos barriles, cajas rotas, peroles y algunos muebles del vecindario; como 30 vacas muertas, solo quitadas algunas presas, una viva desjarretada, muchos muertos enterrados en un cerro inmediato y dos tirados en la playa. Por un cálculo prudente las vacas que faltan pasan de 200. Los víveres que llevan son 111 carneros, todo el arroz pilado y toda clase de menestras de la Villa, agregándose 11 esclavos y un zambo libre, que marcharon con ellos.

Las pérdidas que han sufrido son un muerto y un prisionero en Nepeña y dos prisioneros en esta Villa; de 25 a 30 desertores dos de ellos con fusiles y, por declaración de estos, 150 muertos de calenturas pútridas, de que han padecido en la navegación. Los males que han causado son incalculables. Los 45 hombres que tomaron a Nepeña hirieron al comandante militar don. Benito del Real con una bala el brazo derecho, la misma que se le introdujo por el vació donde ya no causo mayor estrago. Rompieron 50 puntos, entre ellos la del subdelegado auxiliar donde le quemaron todos los papeles y la cama y no le dejaron cosa alguna.

El insurgente Dr. Requena cuando desembarco en esta villa tuvo la osadía de repartir proclamas impresos bajo un nombre y otro papel intitulado: La Sombra de Atahualpa los hijos del sol y cuando llegaron a nuestras manos fueron quemados.

Con la noticia de que el cirujano d. Manuel Cáceres que tuvo la desgracia de caer prisionero el día 18, en que conducidos por un Nepeñero invadieron los enemigos el pueblo, había entregado a su regreso un cáliz que le había dado para restituirlos, pase al teniente de cura de dicha doctrina un oficio para que me lo mandase y hasta la fecha no tengo respuesta y para celebrar ha sido preciso pedir un cáliz prestado a la hacienda Tambo Real.

En vista de la contestación que le dirige al vicario del partido consultándole lo que debía de practicar para volver a celebrar los diversos oficios en la iglesia, cuanto para que me facilitase publicar monitorios y fulminar censuras hasta apagar candelas para el descubrimiento de las especies de las iglesias sustraídas, que con fundamentos se sospechan existe en poder de algunos malhechores, cuya noticia por una piedad mal entendida ocultan los sabedores, el 24 del presente, a presencia de un numeroso pueblo, procedía con solemnidad posible a la reconciliación de la iglesia, que la hice conforme al ritual romano; inmediatamente celebre los divinos oficios; después del evangelio hice una plática, en la que la conmoción y el llanto general que atribuyo a la sublimidad del asunto y no a la energía y viveza de la pasión que me acompaña, interrumpí todo mi discurso, pero logre manifestarle lo horrendo del crimen que se había perpetrado y camine con las censuras que iba a fulminar contra todos aquellos que hayan tenido las desgracia iglesia y estuvieron en su padre algunas especies o sabiendo reconociendo las tales personas no me las descubrieron ofreciéndoles en caso de hacerlo un sigilo inviolable a que como sacerdote y padre de unos hijos tan desgraciados estaba obligado.

En esta virtud espero que v.s.i se sirva concederme las facultades necesarias para fulminar dichas censuras, en la inteligencia de que no hare, usos de ellas sino cuando conviene demasiado.

Quisiera haber evitado la conmoción y dolor que había causado la catástrofe de la iglesia y Villa de Santa al celosa y piadoso corazón de v.s.i pero obligado por mi ministerio y por amor y respeto a su alta dignidad, no puedo pasar en silencio, que para que, como cabeza y padre de este desgraciado pueblo, está satisfecho tanto de mis operaciones, cuanto de la miserable situación en que se halla esta su iglesia sobre la que resolver• y determinara v.s.i lo que fuere de su superior agrado. Dios guarde v.s.i muchos años.

Santa y noviembre 20 de 1 819.-

(*) Extracto del Libro SANTA Y SU PARTICIPACIÓN EN LA INDEPENDENCIA DEL PERÚ, pronto a publicarse. Su autor Mg. Efrén Rebaza Custodio.