Editorial

CHIMBOTE EN LA TELARAÑA DE ODEBRECHT

Gracias al avance de la investigación que viene llevando a cabo el Ministerio Público, hemos podido conocer más a fondo un hecho que a pesar de ser desagradable no por eso nos ha tomado por sorpresa. Lo que antes era una sospecha ahora es una realidad. Hace aproximadamente veinte años, por obra y gracia de algunos funcionarios de Sedachimbote y de la comuna provincial del Santa, Chimbote también resultó atrapado en la enorme telaraña de corrupción que tejió la empresa brasileña Odebrecht.  Fue  a raíz del cambio de las redes de agua y desagüe del casco urbano, obra conocida como Proyecto P-25,  que se ejecutó durante la gestión del alcalde Estuardo Díaz Delgado.

Como ha sucedido con todos los contratos donde la constructora brasileña ha puesto las manos, también aquí, a la hora de iniciarse los trabajos,  empezó el cambio de libreto. Muchas de las cosas que figuraban tanto en el expediente técnico como en el  contrato, de pronto empezaron a ser modificadas. Una de ellas fue el  sorpresivo e inconsulto cambio respecto al material de las tuberías matrices. En vez de ser de fierro y cemento como figuraba en dichos documentos, se optó por reemplazarlas con tuberías de plástico cuya consistencia y cuyo precio en el mercado eran mucho menor. Este cambio de gato por liebre fue alertado por profesionales conocedores del tema y repercutió en los medios de prensa, pero  por toda explicación los funcionarios de Odebrecht  argumentaron que el plástico era un material más resistente ante la humedad del suelo de Chimbote.

Fiel a su estilo y en su afán de tapar el sol con un dedo, los funcionarios de la empresa brasileña no se escatimaron esfuerzos en invitar a un grupo de funcionarios municipales y de Sedachimbote para que visiten Brasil y observen en el terreno mismo el proceso de fabricación y las supuestas “ventajas” de los tubos de plástico. El viaje se hizo con todos los gastos pagados por Odebrecht y, como era previsible, después de eso nunca más se volvió a hablar del asunto.

Años después Odebrecht utilizó esa misma estrategia con funcionarios del gobierno regional de Ancash durante la construcción de la carretera Carhuaz-Chacas-San Luis. Hasta en dos oportunidades, el ex presidente regional César Álvarez Aguilar fue invitado a Brasil, igualmente con todos los gastos pagados, acompañado de  una numerosa  delegación de periodistas.

Pero si ya las tuberías de plástico habían sido motivo de serias y fundadas observaciones, el alargamiento del plazo de ejecución de la obra terminó por exasperar los ánimos de la población.  En vez de solo tres meses como figuraba en el contrato, la obra se prolongó a lo largo de casi un año. Durante ese tiempo el centro urbano de Chimbote se mantuvo intransitable debido a la rotura de pistas y veredas, afectando más de la cuenta no solamente el tránsito vehicular y peatonal sino también la actividad comercial.

Para colmo, por esos días también se objetó la calidad de los medidores de agua que se instaló en cada domicilio, así como el daño que se ocasionó a la hora de resanar veredas y jardineras, nada de lo cual fue objeto de una penalidad contra Odebrecht. Para la gente de Sedachimbote y la comuna provincial, todo estaba bien.

De acuerdo con las declaraciones del representante de Odebrecht en el Perú,  Jorge Barata, el  hombre que todo lo sabe, se sabe que son más de seis los funcionarios de Sedachimbote y la comuna provincial, que se habrían hecho de la vista gorda y pese  a todas las observaciones existentes,  firmaron con los ojos cerrados la conformidad de obra. Por ahora a estos funcionarios se les conoce solo con el seudónimo que emplearon a la hora de recibir supuestas coimas. Ellos son Au Au, Chiquitín, Characato, Doc 1, Doc 2, Muñeco y Negrito. Pronto se sabrá, con nombres y apellidos, de quiénes se trata. La verdad tarda, pero finalmente llega.