Editorial

::: COMO PAN DE CADA DÍA :::

Invasiones:

Ya lo hemos dicho en un reciente comentario.  No debimos apresurarnos a dar por descontado que el inicio del proceso de titulación emprendido por COFOPRI y la Municipalidad Provincial del Santa iba a poner punto final al tráfico de tierras en Chimbote y Nuevo Chimbote. Un nuevo hecho ocurrido anteayer lunes acaba de poner en claro que estuvimos completamente equivocados. Como si fuera una nueva versión de la hidra de las siete cabezas, el tráfico de tierras continúa vivito y coleando.

Ese día, en efecto, un numeroso grupo de invasores intentó ocupar por la fuerza parte de los terrenos reservados para la vía expresa, pero gracias a la oportuna intervención de efectivos de la Unidad de Servicios Especiales y personal de Seguridad Ciudadana de la Municipalidad de Nuevo Chimbote, esta ilegal ocupación no logró consumarse.

No obstante que al menos esta vez los invasores se quedaron con la miel en los labios, no por eso  el hecho puede pasar por desapercibido. Por el contrario, tenemos que dar por aceptado que aún no ha llegado el momento de apagar las alarmas, ni mucho menos de cantar victoria. Las mafias que se dedican a este lucrativo negocio no descansan y siguen trabajando desde la sombra a la espera del menor descuido para dar un nuevo zarpazo. No en vano, de eso viven y a eso se dedican a tiempo completo.

Pero hay algo más  que comentar con relación al intento de invasión del último lunes. Igual que cuando se produjo la ocupación de las 217 hectáreas promovida por el ex alcalde de Nuevo Chimbote Valentín Fernández Bazán, también en esta ocasión se pudo advertir que varios invasores no llegaron cargando sus palos y esteras sobre los hombros, sino en modernas camionetas 4×4 que se estacionaron a discreta distancia.

Para nadie es un secreto la aplicación de esta modalidad encubierta por parte de las mafias de traficantes. A la hora de la ocupación aparecen como posesionarias familias de escasos recursos económicos. Pero posteriormente, con la intermediación de los  propios dirigentes vecinales y ciertos funcionarios municipales, estas familias “transfieren” los lotes a quienes van a ser finalmente los verdaderos propietarios.

Algo que tampoco ha pasado por desapercibido el último lunes es la discusión, por momentos acalorada y con planos en la mano, entre varios grupos de invasores que no se ponían de acuerdo respecto al trazado y “adjudicación” de los lotes de vivienda. No deja de llamar la atención que la referida lotización se haya realizado en base a coordenadas e información técnica confidencial que solo puede filtrarse desde el interior de alguna dependencia municipal.

Esto, desde luego, amerita, sino una explicación, por lo menos el pronunciamiento firme y sin tapujos de las autoridades municipales. Nada puede ser más oportuno e indispensable en este momento que tranquilizar a la población ante la amenaza que representa el accionar de las mafias de traficantes de tierra.

Ya bastante hemos tenido con las disputas y enfrentamientos que han sucedido a lo largo de los últimos diez años en las 217 y 308 hectáreas, como para tener que seguir soportando más dolor y angustia. Ya es hora que el tráfico de tierras deje de ser pan de cada día.