Editorial

::: SEPARANDO LA PAJA DEL TRIGO :::

Autoestima policial:

En determinadas ocasiones los números, por muy simples que parezcan, se encargan de plantearnos reflexiones bastante ilustrativas. Tan solo entre los meses de mayo y octubre del presente año, un total de veintiún efectivos pertenecientes a la División Policial de Chimbote  han sido separados del servicio por haber incurrido en faltas de carácter ético y disciplinario además de delitos comunes. Cifra muy significativa que no es  para pasar por alto ni para rasgarse las vestiduras sino simplemente para ponerse a pensar.

Mientras  los órganos de control institucional llevan a cabo el proceso de investigación interna contra  dichos efectivos policiales, éstos  deberán mantenerse en sus domicilios y en algunos casos bajo prisión preventiva, no pudiendo bajo ningún concepto desempeñar sus labores habituales. Golpe con golpe se paga.

Si bien  es cierto que el número de procesados no es para que pase por desapercibido, también es cierto que la reacción de la institución frente a esta ingrata coyuntura ahora ya no se hace esperar. En declaraciones  exclusivas a este medio de prensa, el Jefe del área de Inspectoría de la División Policial de Chimbote, coronel PNP Luis Erasmo Burgos, ha sido muy enfático en señalar que, en estos casos, los procesos de investigación llegan hasta las últimas consecuencias y que las sanciones que se dictan contra los infractores son irreversibles, por muy drásticas e ingratas que éstas pudieran ser. La imagen y el prestigio de la institución están por encima de cualquier otra consideración.

Ante las actuales circunstancias que se vive en Chimbote, estas declaraciones proporcionan una gran dosis de tranquilidad. La falta de respeto que inspira la actitud de algunos miembros de la policía ha generado en la población una desconfianza que reclama ser erradicada, cuanto antes mejor. La ciudadanía necesita estar segura de contar con una policía moral e institucionalmente integra, que de verdad tenga el honor como divisa.

Si la sanción  a la que hace merecedor un mal policía es aplicada a su debido tiempo y por la propia institución, entonces no cabe duda  que la Policía Nacional está cumpliendo con aquella vieja norma de separar la paja del trigo.

De acuerdo con lo dicho por el jefe de inspectoría, al interior de la institución ahora ya nadie tiene corona. Todos sus miembros son medidos con la misma vara; descartándose asimismo la vigencia de ese otro mal endémico llamado espíritu de cuerpo que no es otra cosa que una palmada en el hombro acompañada de la promesa “hoy por ti, mañana por mí”.

Nadie puede negar que al interior de la Policía Nacional, así como existen elementos dignos de todo reconocimiento, también existen algunos miembros que no merecen permanecer un día más ni tampoco vestir el uniforme de la institución. No son muchos pero hay quienes en lugar de enorgullecerla, más bien la denigran y desprestigian.

De ahí que una forma de rescatar la disciplina, no solo imponiendo sanciones sino más bien poniendo el parche antes que salte la pus, sea mediante la aplicación de una mayor rigurosidad  a la hora de los exámenes de ingreso. De un buen filtro depende la pureza del agua.

Cuanto más sólidos sean los valores que se cultiven al interior de la policía, mayor será la autoestima institucional.