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PAULA OLÓRTEGUI VDA. DE PELÁEZ: ESPOSA Y PRINCIPAL COLABORADORA

Sin temor a equivocarnos, tenemos que reconocer que la principal virtud que caracterizó en vida a doña Paula Olórtegui Vda. de Peláez, fue el saber desempeñar con ejemplar entrega dos de las misiones que ennoblecen a una mujer. Primero, su rol de esposa y madre y, segundo, haber sido la más estrecha e incansable colaboradora de su esposo el periodista Wilfredo Peláez Gularte.

Natural de la vecina ciudad de Casma, Paulita Olórtegui llegó a Chimbote a comienzos de la década de 1950 siendo todavía una adolescente. Lo hizo en compañía de sus hermanos, entre ellos el R.P. Roberto, para cursar la secundaria en las aulas del colegio nacional San Pedro.

Una vez que concluyó esta etapa escolar y luego de laborar algunos meses en la oficina de Correo y Telégrafos de Chimbote, el 1° de febrero de 1957 contrajo matrimonio con Wilfredo Peláez. Fruto de esa unión nacieron sus cinco hijos: Wilfredo, Carlos, Alfonso, Irene y Javier, a cuya crianza y formación ella se consagró por completo.

Cada vez que Don Willy se refería a este hecho familiar, solía decir con inocultable orgullo “ella los formó y este es el resultado”.

La dedicación apostólica con la que Willy Peláez asumió desde un primer momento su tarea periodística, hizo que todo el peso del hogar recayera en su amada Paulita. Pero sin descuidar para nada esta labor, ella supo darse tiempo para ayudar más de los días a su esposo en la intensa y agitada labor periodística de aquella época.

A comienzos de 1960 cuando Willy Peláez inició la publicación de una página completa dedicada a Chimbote en al diario La Prensa,  fue ella quien todas las tardes se sentaba frente a la máquina de escribir marca Remington para tipear con una velocidad asombrosa las noticias y comentarios que le dictaba su esposo.

Esa misma labor habría de continuarla desde que apareció el DIARIO DE CHIMBOTE el 6 de octubre de 1986. Solo que esta vez, secundada ahora por su hija Irene, Paulita redobló esa labor con el tipeado de los textos en columnas periodísticamente convencionales. Un trabajo mucho más arduo y especializado.

Estas jornadas eran agotadoras. Normalmente empezaban a las 8 de la mañana y más de las veces se prolongaban más allá de las 10 de la noche. Aún así, jamás se le vio a Paulita expresar el más mínimo gesto de agotamiento. Son estas las cosas que ponen en letras de molde la importancia que representa para cualquier hombre tener a su propia esposa como su más  estrecha y principal colaboradora. Eso concuerda con aquello de que detrás de un gran hombre hay una gran mujer y viceversa.

Luego del la muerte de don Willy el 29 de noviembre del 2002, fue ella a quien le correspondió poner la cuota de fortaleza espiritual para que, tanto la familia como el DIARIO DE CHIMBOTE, pudieran seguir adelante.

La madrugada de este sábado 20 de noviembre, diecinueve años después de la partida de don Wilfredo Peláez Gularte, doña Paula también partió de este mundo a la edad de 88 años, dejándonos para la posteridad una hermosa lección de amor a la familia y al trabajo. Descanse en paz señora Paulita. (Carlos Carpio La Rosa).