Editorial

::: UNA FARSA DE NUNCA ACABAR :::

Elecciones internas:

De acuerdo con el cronograma que acaba de dar a conocer el Jurado Nacional de Elecciones, recién el  7 de junio del próximo año se conocerá, al menos oficialmente, el nombre de los candidatos que participarán en las elecciones regionales y municipales del 2022. Esto recién será posible luego de conocerse el resultado de las elecciones internas que, de conformidad con la ley electoral y las reglas de la democracia,  todas las agrupaciones políticas están en lo obligación de convocar y llevar a cabo con la debida anticipación.

Pero cuando todavía falta más de medio año para que llegue ese esperado momento, desde hace dos meses ya se pueden ver  enormes pintas murales  promocionando la candidatura para gobernador y alcalde de tal o cual candidato. ¿Con la proclamación de quién?

En nuestro modesto entender y teniendo en cuenta lo que hablan las paredes, esas pintas ponen de manifiesto dos cosas relacionadas entre sí. Primero, que las candidaturas ya estarían definidas hace tiempo; y, segundo, que las benditas elecciones internas no serían más que una farsa, con la que se van a dar por regularizadas dichas candidaturas.

Si las normas electorales  establecen que estas candidaturas deben ser resultado de la voluntad  soberana de quienes integran las agrupaciones políticas,  es justamente  para  salvaguardar desde un primer momento la limpieza y transparencia del proceso electoral. Con lo cual debe descartarse  con anticipación aquellas malas prácticas de nunca acabar que empañan y deslegitiman este proceso.

Un recuento de las elecciones realizadas en las últimas décadas, muestran que los candidatos son nominados  al caballazo, entre gallos y media noche,  y en más de una ocasión tomando por asalto el local partidario y secuestrando los padrones de afiliados o simplemente haciéndolos desaparecer.

Ni qué decir del papel desleal  que juegan los dirigentes o dueños de las agrupaciones políticas, quienes a espaldas de la militancia otorgan las candidaturas, no al mejor candidato sino al mejor postor, sin importar incluso la ruma de antecedentes, penales y de los otros, que llevan sobre sus hombros.

De esta manera quienes resultan nominados como candidatos tampoco son los más idóneos ni los más capacitados. Son los advenedizos e improvisados de siempre, que no saben nada de gestión pública pero se dan el lujo de sacar de carrera a gente moral y profesionalmente mejor calificada. De ahí que a la hora de ejercer el cargo,  nos damos con la ingrata sorpresa de tener alcaldes y gobernadores más desorientados que el escurridizo Run Run y que a la larga resultan siendo presa fácil de asesores mediocres y oportunistas.

Por esa razón, varios ex alcaldes y ex gobernadores de nuestra maltratada región se encuentran procesados o encarcelados después de haber desarrollado una desastrosa gestión y, por si fuera poco, haber caído en los tentáculos de la corrupción.

Un candidato que no se somete ni respeta el resultado de las elecciones internas de su propio partido, difícilmente va a ser consecuente con la voluntad popular. Ejemplos, los tenemos a montones.