Editorial

::: NOCHE DE PAZ :::

Por segundo año consecutivo y dentro de muy pocas horas, el mundo entero se dispone a celebrar la tradicional Noche Buena virtualmente postrado de rodillas. Como muy pocas veces ha ocurrido en la historia de la humanidad, ninguna otra razón ni circunstancia que la pandemia del covid 19, mantiene a todo el mundo sumido en cuerpo y alma  en la más completa  angustia y desesperación.

Ya prácticamente hemos ingresado al tercer año de esta nueva forma de hecatombe universal  y hasta este momento nada ni nadie, ni siquiera la ciencia, es capaz de atreverse pronosticar cuándo exactamente y bajo qué condiciones vamos a liberarnos en forma definitiva de las garras de este terrible mal. La partida inesperada y dolorosa de muchos seres queridos todavía  desgarra lo más profundo de nuestros corazones.

De ahí que esta noche buena, como ninguna otra en particular, quizá sea  en muchos años  la oportunidad más propicia  para compartir en todos sus extremos  la significación y el mensaje que encierra la fiesta de la Navidad.  Esa y no otra es la connotación que tiene para el mundo cristiano el nacimiento de Jesús ocurrido hace 2021 años en un humilde pesebre de Belén.

Es esta una fecha en la que todos comulgamos con una misma fe, sin más formalismos  ni convencimientos  que la unión espiritual. Pero también es la ocasión que muchos esperamos, más de las veces en silencio, para sobreponernos con renovados bríos  a los golpes más cruentos y a las pruebas más difíciles que suele reservarnos la vida.

Considerada como la expresión universal más preclara de amor y paz, la fiesta de la navidad, conforme pasan los años, tiene la virtud de fortalecer estos sentimientos  tanto al interior del grupo familiar como de la sociedad en su conjunto. Son el amor y la paz las principales  herramientas de las que dispone el mundo no solo para vencer odios y rivalidades que todo lo destruyen, sino también para  vivir en ese ambiente de armonía y bienestar común que todo lo construye.

Consideramos asimismo que este es el momento en el que tenemos que mirar detenidamente a nuestro alrededor y, entre otras expresiones de amor y paz, solidarizarnos con el dolor que embarga a quienes han sufrido la pérdida de un ser querido, pero también para reconocer la labor de aquellos que a costa de sus propias vidas  se mantienen en primera línea luchando por la vida de sus semejantes.

Al calor de estos sentimientos, deseamos a las familias de Chimbote una feliz noche buena, con la renovada esperanza que el mundo recobre cuanto antes la tranquilidad y armonía que todos necesitamos para vivir en paz.