Opinión

NO MÁS POBRES EN UN PAÍS RICO

Abre la cortina y verás lo que es:

Por: Fernando Zambrano Ortiz (*)

“La democracia ha sido tan exitosa a través de la historia que, en muchos contextos políticos, “democrático” se ha convertido en sinónimo de “legitimo” y en función a ello muchos detractores indebidamente se autoproclaman demócratas. Un claro ejemplo es la ex Alemania del Este – un Estado comunista, unipartidista y totalitario dependiente de la ex URSS – que se autodenominaba “República Democrática Alemana”. En los hechos un Estado que estaba en las antípodas de la democracia”.

Quinientos años antes de Cristo el ateniense Clístenes dio el primer gran paso hacia la democracia representativa, abriendo las decisiones de Estado a todos los ciudadanos elegibles a través de una asamblea representativa. Desde aquel entonces la democracia ha ido madurando y constituyéndose en el más importante sistema político, pese a sus detractores.   

La democracia por excelencia es constitucional y representativa, y se cimenta en la libre elección popular de sus representantes a través de un sistema de partidos políticos. El sistema representativo – a través del cual la ciudadanía otorga el poder político de representación a sus autoridades – garantiza que los gobernantes respondan ante los gobernados.

Con sus evidentes deficiencias – como la muy mentada “mediocridad de las masas” que nos coloca ante la disyuntiva de la “sabiduría colectiva” frente la “ignorancia individual” – la democracia ha pasado a ser considerada durante los últimos siglos como una forma de gobierno legítima, que proporciona una estructura política y social en la que los ciudadanos pueden desarrollarse en un escenario de libertad.

En este contexto, no puede existir un partido marxista, leninista, maoísta y a la vez “democrático”. Para ellos la democracia sólo es un medio alternativo a la toma del poder, siendo la lucha de clases y la lucha armada su medio primigenio para tomar el poder a perpetuidad.

El socialismo es un modelo “no democrático” que destruye el sistema representativo de una sociedad y lo sustituye por el “unipartidismo”, a través del cual el partido de Gobierno designa a las autoridades, convirtiéndose en una autocracia. De esta manera el pueblo pierde las libertades propias de la democracia, desde la libertad de elegir y ser elegido, hasta la libertad personal, cuando el socialismo pasa a la etapa de barbarie.

Hoy en día vemos con estupor como partidos y actores políticos “criollos” de tendencia marxista, leninista y hasta maoísta (comunistas y socialistas) no sólo se autodenominan “democráticos” o “demócratas”, sino que de manera sigilosa penetran el Estado con la clara intención de destruir aquello en lo que no creen, que es la “democracia”. Sus intenciones son claras, instaurar su modelo comunista caracterizado por un despótico totalitarismo unipartidario, que de una u otra manera termina siendo una tiranía.

Como indicamos al inicio de este artículo, la democracia por excelencia es constitucional y representativa, y se cimenta en un libre sistema de elección a través de partidos políticos; principios que están consignados en la Constitución Política. En ello estriba la enfermiza intención de “Perú Libre” de cambiar la Constitución a través de una Asamblea Constituyente.   

La utopía comunista de un mundo de iguales es el “discursete” de quienes pretenden destruir nuestro sistema democrático. Nunca llegaron a entender que todos somos iguales hasta el día en que nacemos. Vivimos en un mundo de desiguales por ser la naturaleza del ser humano y eso no lo puede cambiar ningún modelo.

Es por ello que los esfuerzos del Estado deben estar orientados a generar “igualdad de oportunidades”, que no es igual a la igualdad utópica planteada por el socialismo. En un mundo de desiguales, todos deben tener las mismas oportunidades de desarrollarse, pero es claro que nada llevará a la igualdad entre las personas, precisamente por la natural desigualdad de los seres humanos

En consecuencia, esgrimir el manido argumento de la desigualdad – o redistribución de la riqueza – para pretender imponer a través de una nueva Constitución Política un modelo utópico de igualdad, es una estratagema socialista para engatusar al pueblo y orillarlo a una aventura de la cual no habría retorno y que nos llevaría a la pérdida de libertades y miseria.

Sendero Luminoso – movimiento terrorista de ideología marxista, leninista, maoísta – y el MRTA intentaron tomar el poder a través de las armas y fueron derrotados. Hoy esas mismas facciones marxistas – leninistas, aprovechando la debilidad de nuestra democracia y ordenamiento jurídico, lo utilizaron para tomar el poder y preparan su escenario de perpetuidad infiltrando el Estado para destruirlo desde adentro, ante la pasividad de aquellas autoridades cuya existencia se justifica en la defensa de nuestra democracia y la Constitución Política.

Que hay que mejorar muchas cosas, es cierto. Pero la solución no es el cambio del modelo democrático, sino su mejora. Es evidente el abuso de derecho realizado por algunos sectores mercantilistas y en eso tenemos mucho por corregir, pero ello no nos debe llevar a destruir lo avanzado en desarrollo económico y disminución sustancial de la pobreza.

La ciudadanía debe tomar conciencia que una decisión como la planteada por las facciones marxistas – leninistas del Gobierno de Pedro Castillo tendría duras y negativas repercusiones para la sociedad. No solo para quienes pretenden aventurarse en este desatino, sino para las próximas generaciones.

No más pobres en un país rico, señor presidente.

(*) Político