Editorial

::: BOCATOMA ELECTORERA :::

Chinecas y su triste realidad:

Esto ya es de antología. Cada vez que se aproxima un proceso electoral, el tema de Chinecas y el manoseado reclamo de la bocatoma única reaparecen como por encanto en el escenario  de nuestra política local, ahí donde por encima de la realidad prevalecen la fábula y la patraña. Pues en el terreno firme de la praxis, no existe hasta el día de hoy, ni siquiera a nivel de borrador, un intento de perfil o estudio técnico que pudiera otorgar un sustento digno de  credibilidad a cualquier propuesta relacionada con la ejecución de Chinecas.

Mientras encabezan costosas caravanas vehiculares y recorren, por única vez a pie, las calles polvorientas de las zonas marginales, todos los candidatos, sin excepción,  prometen hacer realidad el proyecto Chinecas, según ellos, en menos que cante un gallo. Cual dignos seguidores de Aladino, todos  aseguran tener en sus manos la lámpara maravillosa que hará realidad de un día para otro este viejo sueño de Chimbote.  Sin embargo, como ya estamos cansados de ver, lo único que hacen es desempolvar apolilladas propuestas o plagiar planes de gobierno,  para luego esparcir promesas a los cuatro vientos como si fueran cáscara de trigo.

Además, tan pronto como son elegidos alcaldes, gobernadores o congresistas,  vemos con acostumbrada decepción que todas sus promesas de campaña  desaparecen como alfombras voladoras. Y no solo eso. Nunca más vuelven a ocuparse del tema. Cuando ya son autoridades y si por casualidad algún periodista les pide que se pronuncien sobre el particular, lo único que hacen  es levantar los ojos al cielo y poner la lengua a buen recaudo. En lo que a política criolla se refiere, un minuto de silencio vale más que un discurso de siete horas.

Hace unos días hemos visto desfilar por las calles de la ciudad a un discreto grupo de agricultores de Chimbote y Casma exigiendo a gritos el cumplimiento de la Ley 31345 que declara de interés nacional la ejecución de Chinecas, esta vez  con bocatoma única. Se entiende que compartida con Chavimochic.

Como textualmente lo afirma el mencionado dispositivo legal, ésta no es más que una declaración, un enunciado y hasta posiblemente una buena intención. Sin embargo, en ningún momento la ley  se refiere a procedimientos técnicos, ni de fondo ni de forma. Tampoco se precisan plazos, ni presupuestos, ni nada que permita avizorar un ápice de realismo. En todo caso, lo único que queda  claro es que la esperanza  es lo último que se pierde y que estas marchas  no son sino parte de la campaña de algún candidato.

A la luz de los hechos, ya es hora que nos quitemos la venda de los ojos y aceptemos que con marchas y fanfarria política no vamos a conseguir que Chinecas se haga realidad. Ya hemos perdido más de treinta años en lo mismo a cambio de nada. Para que la ley ponga la punta del pie en el terreno de la realidad lo que se necesita es que un equipo integrado por técnicos del gobierno regional  y de Chinecas se sienten a tiempo completo a elaborar un estudio factibilidad. Y si no pueden hacerlo, entonces pueden contratar los servicios de una empresa consultora. Recién ahí se sabrá con pleno conocimiento de causa si Chinecas necesita de una bocatoma compartida o de una bocatoma propia. No podemos seguir cerrando los ojos a la realidad.

Hasta el día de hoy, todo lo que Chavimochic ha logrado gracias a las aguas del río Santa, lo ha hecho en forma unilateral. Jamás se ha tomado la molestia de  consultar  absolutamente nada a los ancashinos.

Eso quiere decir que no podemos seguir en desventaja  frente  al aprovechamiento de un recurso que por derecho natural nos pertenece. Así de simple.