Editorial

PREMIO AL TRÁFICO DE TIERRAS

Titulación:

Como dijo el poeta: “en este mundo traidor/ nada es verdad ni mentira/ todo es según el color/ del cristal con que se mira”. Esta célebre copla del inmortal Ramón de Campoamor nos viene a la memoria  tras el anuncio hecho por el congresista Darwin Espinoza Vargas, respecto al inicio del proceso de titulación de los asentamientos humanos que ocupan las 217 hectáreas que pertenecieron al Proyecto Especial  de irrigación Chinecas.

Si vemos este proceso a través de las lunas polarizadas que emplean nuestros políticos de turno según sean sus intereses,  no se puede negar que la titulación es el reconocimiento de un derecho que  se han ganado miles de familias humildes; pues de eso depende que en adelante puedan acceder a los servicios básicos de desarrollo urbano y de esa manera poder elevar su nivel de vida. Pero si lo hacemos a través de los rayos infrarrojos de la realidad, vemos que con ello no solamente se está legalizando un delito como es la invasión de la propiedad ajena, sino también se está otorgando un premio mayor al  tráfico de tierras.

Nadie puede objetar que con este proceso se inicia  el capítulo final de una historia que comenzó hace ocho años durante la fiebre de las invasiones que sacudió a Nuevo Chimbote. Luego de la invasión de las 308 hectáreas que patrocinó el propio presidente regional César Álvarez Aguilar, el alcalde de Nuevo Chimbote Valentín Fernández Bazán, siempre  proclive a  la búsqueda de protagonismo,  hizo lo propio con otras 217 hectáreas. Si tú invades ¿por qué yo no?.

Pero a diferencia de otras invasiones, donde la gente llega cargando sus palos y esteras a bordo de triciclos o simplemente al hombro, en el caso de la invasión promovida por el alcalde de Nuevo Chimbote muchos de los invasores llegaron a bordo de modernas camionetas 4×4  y cercaron lotes de hasta 5,000 metros cuadrados con ladrillo, fierro y cemento. Por supuesto que en muchos casos lo hicieron utilizando a testaferros.

Como se recuerda, cierto día fue el propio  Valentín Fernández quien, con lápiz y papel en mano, “censó” a varias de las familias invasoras asegurándoles que, de ahí, nadie iba a desalojarlas. Razón no le faltó, pues luego se supo que entre los invasores se hallaban su suegra y varios cuñados.

Posteriormente, para que no quede la menor duda acerca de sus afirmaciones, el ex alcalde de Nuevo Chimbote invitó al gobernador regional de ese entonces Waldo Ríos Salcedo para que sea él quien apadrine este compromiso en el mismo lugar de los hechos. Ni corto ni perezoso, el ahora encarcelado ex gobernador regional no solo se arrodilló con los brazos en alto para secundar las palabras del ex alcalde, sino también aceptó  de muy buena gana que uno de los asentamientos humanos ahí instalados lleve su nombre.

Ya para entonces, los traficantes de tierra se habían encargado de acuñar en la mentalidad del común de la gente una idea poco menos que siniestra. En vez de perder el tiempo esperando la ejecución del proyecto Chinecas, ¿no era mejor que sus tierras fueran lotizadas totalmente para fines de vivienda?. Más  importante que la agro exportación y la generación de empleo, para ellos era el tráfico de tierras.

Lo único que queda esperar es que el proceso de titulación sirva para separar la paja del trigo. Así como hay familias que necesitan de una vivienda y se han ganado el derecho a poseerla merecidamente, también hay mucha gente a la que no le corresponde este derecho. De los encargados de llevar adelante el proceso de titulación, dependerá que no  se permita a nadie pesca a río revuelto.