En ocasiones como esta, la noticia también suele tener dos caras. Por un lado, es digna de todo reconocimiento la jornada de limpieza que hace dos días realizaron trabajadores de la municipalidad provincial del Santa en toda el área del denominado Parque Metropolitano de Chimbote. La evacuación de dos toneladas de basura y cincuenta metros cúbicos de desmonte es una muestra elocuente de todo lo que se puede hacer en defensa de nuestra salud ambiental, pero siempre que exista voluntad de gestión y conciencia cívica de por medio.
Sin embargo, la otra cara de la noticia no deja de ser un llamado a la reflexión. La jornada de limpieza no se hizo porque sea parte de la rutina cotidiana de la comuna provincial. La jornada se llevó a cabo con motivo de celebrarse el 2 de febrero de cada año el Día Mundial de los Humedales. Esta celebración tiene por finalidad crear conciencia o cultura ambiental en la población respecto a la necesidad de preservar espacios naturales que formen parte del desarrollo urbano de una ciudad.
Bajo esta perspectiva, nada puede ser mejor para el futuro de Chimbote que algunos proyectos de desarrollo urbano se lleven a cabo en estrecha armonía con la naturaleza. Por esa razón creemos que un solo día no basta para que la zona del parque metropolitano se mantenga limpia los doce meses del año, ni mucho menos para consolidar en la población la toma de conciencia ambiental e identificación con el equilibrio ecológico.
Como se sabe, el Parque Metropolitano es un proyecto creado el año 2003 por la municipalidad Provincial del Santa, que comprende un área de 264 mil metros cuadrados ubicada entre la prolongación de la avenida Pardo, la carretera Panamericana y el río Lacramarca. El área forma parte de la reserva natural Humedales de Villa María y, para decirlo en un lenguaje mucho más apropiado, constituye un verdadero regalo de la naturaleza. Cabe señalar al respecto que su intangibilidad ha sido plenamente reconocida por el Tribunal de Garantías Constitucionales, lo que dice mucho de la enorme trascendencia que encierra este espacio natural.
El proyecto contempla la implementación de lagunas, jardines, ciclovías, restaurantes y juegos recreativos, como existe en otras ciudades del mundo, todo ello para que las familias de Chimbote y Nuevo Chimbote puedan disfrutar de su derecho a los beneficios de la salud ambiental y el sano esparcimiento.
Por si fuera poco, el Parque Metropolitano dispone de una oficina en el segundo piso del terminal terrestre y cuenta con personal asalariado. Pero, burocráticamente hablando, más allá de mantenerse en estado vegetativo, el proyecto no da señales de vida. Y eso parece no preocuparle en absoluto a las actuales autoridades municipales.
Lamentablemente, esta apatía por parte de la municipalidad repercute negativamente. Diariamente podemos ver con estupor que desde la ventanilla de sus vehículos gente inescrupulosa arroja enormes bolsas de basura a este lugar. Y lo propio hacen numerosos tricicleros y volquetes que depositan enormes montículos de desmonte, sin que las autoridades del municipio se den por enteradas.
Como ha sucedido en otras ciudades del Perú y el mundo, no siempre han sido un ente burocrático el que ha hecho realidad proyectos de esta envergadura. Es posible que lo más práctico sea crear una autoridad autónoma o en su defecto un patronato en el que participen personalidades e instituciones de reconocida identificación con este tipo de proyectos.
Solo así, el parque metropolitano podría dejar de tener dos caras y convertirse en el rostro atractivo que todos queremos para Chimbote.