En un hecho que, sin exagerar, ha causado profunda indignación y estupor general, el último fin de semana personal de la empresa municipal Sedachimbote descubrió el tendido de una conexión clandestina del servicio de agua potable en el restaurante de propiedad del regidor provincial Carlos Lynch Rojas, situado en la segunda cuadra del jirón Enrique Palacios, a escasos cien metros del Palacio Municipal.
El céntrico establecimiento del regidor Lynch es uno de los locales de su tipo más modernos y concurridos de la localidad, donde se supone que las cosas deben funcionar y sobrellevarse de la manera más correcta. Con mayor razón si su propietario es una autoridad municipal, elegido por voluntad popular y, tal como juró solemnemente al momento de asumir el cargo, está en la obligación de hacer de su gestión un ejemplo de respeto a las normas legales y, sobre todo, a las buenas costumbres.
El artículo 186° del Código Penal se encarga de poner en claro que el tendido de toda conexión clandestina, como lo ha hecho el regidor Carlos Lynch, no es una falta leve ni nada que se puede pasar por alto. Constituye un delito de hurto agravado, con todas las causales y consecuencias debidamente identificadas y tipificadas, y por supuesto sujetas a una sanción penal.
En otro acápite, el mismo dispositivo legal señala que “si el agente (autor del delito) lo hace mediante destreza, destrucción o rotura de obstáculos, la pena privativa de libertad no será menor de cuatro años ni mayor de ocho”. Como se sabe, toda conexión clandestina supone no solamente la rotura de pistas y veredas según sea el caso sino también la existencia de premeditación y declarada voluntad de dolo.
Asimismo, la Ley 27972, Ley Orgánica de Municipalidades, señala que la función de todo regidor es fiscalizar la gestión municipal. Pero, a no dudarlo, la principal obligación de una autoridad elegida por el voto popular no está precisamente escrita y normada en ningún dispositivo legal. Esa obligación consiste en corresponder de principio a fin la voluntad popular. ¿Cómo?. A través de una labor pública identificada por las normas morales de la honestidad y el buen ejemplo; lo que precisamente representa el Talón de Aquiles de muchas de nuestras autoridades.
Ya bastante hemos tenido con los escándalos de corrupción que no tienen cuando acabar, lo mismo que con las marchas y contramarchas en las que incurre la actual gestión municipal, que lo único que hacen es generar desconfianza y decepción en la ciudadanía.
Se sabe que las intenciones del regidor Carlos Lynch es postular a la alcaldía provincial del Santa en las elecciones municipales y regionales del próximo mes de octubre. Cualidades y posibilidades no le faltan. Es un joven profesional y empresario de éxito. Con esta ya son tres las oportunidades en las que ha resultado elegido regidor y hasta donde se ha podido ver, ha sido gestor de muy buenas propuestas e iniciativas y ha logrado desarrollar una buena labor.
Si no nos equivocamos, y si aún no lo ha hecho, creemos que el regidor Lynch debería dirigirse a la ciudadanía para pedir las disculpas del caso y someterse a derecho a fin de asumir con entereza y decoro las consecuencias de esta amarga experiencia.