Editorial

::: LA OTRA EPIDEMIA :::

Basura y desmonte:

A insistencia de los vecinos que viven en las inmediaciones de la avenida Agraria de Nuevo Chimbote,  el personal de limpieza pública y maquinaria pesada  de la comuna distrital retiraron hace unos meses  alrededor de 300 toneladas de basura y desmonte que diariamente un grupo de tricicleros y algunos volqueteros arrojan en los descampados que existen en esa amplia zona urbana. Paradójicamente, uno de los descampados al que los tricicleros y volqueteros han convertido en su lugar favorito es el terreno destinado a  la construcción del local del Servicio Nacional de Capacitación para la Industria de la Construcción, SENCICO.

Después de mucho tiempo, luego que el personal de la comuna distrital retiró hasta el último montículo de basura y desmonte, el lugar quedó envidiablemente limpio y despejado. El aspecto que ofrecía la zona definitivamente era otro. Pero lamentablemente todo esto no pasó de ser flor de un día. Antes de cumplirse 24 horas, los tricicleros y volqueteros volvieron a sus andanzas y en este momento el terreno de SENCICO está convertido nuevamente un enorme botadero de basura, desmonte, ramas de árboles y toda clase de deshechos.

Como se puede comprobar, la acumulación y descomposición de estos desperdicios despiden olores insoportables que se advierten varias cuadras a la redonda. Y no solamente eso. También  son criadero de enjambres de moscas y roedores que se multiplican rápidamente y luego invaden  las viviendas causando un serio malestar a los vecinos.

Pero este drama cotidiano no solamente lo padecen los vecinos de la avenida Agraria. Como si fuera un cáncer generalizado, la acumulación de basura y desmonte es un problema que afecta por igual a diversos lugares de Chimbote y Nuevo Chimbote, ya sea que se trate de zonas periféricas e incluso urbanas. Son poquísimos los lugares de la ciudad que escapan a esta antigua epidemia. A cualquier hora del día, triciclos y enormes volquetes se encargan de agudizar esta situación, como si no existieran autoridades.

El  caso más alarmante es el que se presenta a ambos lados de la carretera Panamericana. Enormes montículos de desmonte son arrojados en el mismo borde de la vía, reduciendo al mínimo la capacidad de maniobrabilidad de los vehículos. Ha sido precisamente en una zona como ésta, frente al polideportivo de Bruces, donde recientemente se ha producido la muerte por impacto vehicular de un ciudadano y un efectivo de la Policía Nacional.

Desde luego que la evacuación de basura y desmonte es también una forma de  ganarse la vida honradamente, pero es ahí donde la labor de las municipalidades debería prestar especial atención. No  basta con empadronar y otorgar un  carnet con el falso título de “reciclador”. Sin ánimo de desmerecer la labor que realizan estas personas,  es fácil deducir que ellos no reciclan nada. Lo único que hacen es trasladar la basura y el desmonte de un lugar a otro y nada más. El problema que generan, como se pude ver, lo pagan los vecinos.

Las municipalidades tienen que hacer entender a estas personas el daño que causa a la población el arrojo indiscriminado de basura y desmonte en espacios públicos. Eso no es limpieza. Eso es contaminación y daño ambiental, delitos que ahora son causa de severas  sanciones, tanto económicas como penales.  Solo aplicando estas sanciones, las municipalidades y también la fiscalía ambiental podrían poner fin a esta insoportable epidemia.