Opinión

TORRE EIFFEL

Parte Nueve:

Por : Miguel Rodriguez Liñán (*)

–Y una versión del cebiche peruano, damas y caballeros.

      Y nosotros realmente caballeros, pura caballería, estoicos, impertérritos, y ji ji ji, ja ja ja, aunque la procesión va por dentro. ¡Quién lo hubiera creído, damas y caballeros! ¡Quién lo hubiera imaginado! Estamos aquí, ji ji ji, ja ja ja, en París hoy sin aguacero, pese a que no ganamos el primer puesto, ji ji ji, ja ja ja, aunque la procesión va por dentro, gracias al cebiche de la patria, nosotros, patasaladas made in el rico Chimbote, hijos de la corvina, del robalo, del lenguado, del cochayuyo y de la chucha del gato, banda de conchesus. La intención muy buena, esta de homenajearnos, todo está pa’chuparse los dedos, me quito el sombrero Alberto Herráiz, todo está verdaderamente de la putamadre, riquísimo, deliciosísimo, superlativamente buenazo, no, no son hueveos, el tragaldabas que vive dentro de mí se siente en el cielo, y el vinillo blanco, y ahora el tinto, y las empanaditas, los ajiaquitos, los espinacitos de cordero, los platanitos fritos, las chuletitas, las tajadillas de cerdo, y ji ji ji, ja ja ja, aunque la procesión va por dentro.

      –Este pata es peruano –me dice Pepino.

      –Mucho gusto, paisano –digo y nos damos un apretón de manos.

      Por esas cosas de la vida, nuestro gourmet nacional, hombre alto, amplio y muy simpático, se apellida Pizarro, como el mismo Pancho. Por esas cosas de la vida, la verdadera tortilla española se confecciona con papas, pienso bruscamente chovinista. Y encima, no me han dado el primer premio, banda de chapetones conchesus. Levanto el pescuezo y lo hago girar como periscopio tratando de ubicar a los hispánicos del jurado. Empiezo a hojear el libro-premio y se me da por joder.

      –Perfecto –digo–, perfecto, Herráiz es un chef de la putamadre, pero faltan otros piqueítos, unos choritos a la chalaca, un cau caucito, un ajicito de gallina…

      Y ji ji ji, ja ja ja, aunque la procesión va por dentro.

      –Miguel es uno de los escritores finalistas –le dice Pepino a Pizarro, sin saber que ni siquiera lo somos, finalistas quiero decir, sin saber que el jurado conchesu nos ha puesto en una especie de popurrí titulado selección de relatos e investigación etnohistórica, qué pendejos, y ji ji ji, ja ja ja, aunque la procesión va por dentro.

      –Encantado, maestro –dice este buen hombre venido directamente de Perú campeón, exclusivamente para la distribución de premios y la ceremonia.

      De lo puro misio, pienso: « o sea que este pata debe estar bien luqueado, full lucas. »

      –Hagamos un salucito, maestro –digo– por la gran ausente, que eso se me antoja de verdad, la tripa de bacalao, maestro.

       Y Pepino se caga de risa, y Pizarro también pero no mucho, y las hembritas sudacas también pero no tanto, a veces cuando se me sube la chicha me pongo medio pepe cortisona, lo siento, y ji ji ji, ja ja ja, aunque la procesión va por dentro. De pronto silencio, silencio damas y caballeros, por favor, su atención unos minutos, un pata que curiosamente se apellida Caballero, letrado y gourmet, desea decir tres palabras, de modo que chitón boca, caballeros, pura caballería, y un penúltimo ji ji ji, ja ja ja, aunque la procesión va por dentro. Bueno, la verdad no estoy muy seguro de que sea Caballero, puede que sea el chef patrón del Fogón, o sea Alberto Herráiz. Silencio. Cae una tapa de respetable silencio sobre el borboritante fogón y ya nada de ji ji ji, ja ja ja, caballeros nomás. Silencio. París. Torre pastora de puentes. Los Premios. Ejem. La Gloria (milk). 2° Premio literario / gastronómico Radio Francia Internacional / Restaurante El Fogón Saint-Julien (le Pauvre). Año de Desgracia del 2002 / 115 del Dionisio Bacchus. Las corbatas se ajustan. Los vestidos largos se tensan, haciendo así resaltar los primores de las tetas-melones y los culos-culantros. Anuncian la plana entera del jurado conchesu.

      –El jurado compuesto por Ferrán Adria (El Bulli, Rosas), Juan Mari Arzak (Arsak, San Sebastián), Oscar Caballero, Ramón Chao (RFI), Edouard Cointreau (ICR, Salon du Livre Gourmet), Alberto Herráiz (Fogón Sain-Julien París), Francisco López Canis (Gourmets), Manuel Vázquez Montalbán, Carolina Zendrera (Editorial Rompe Saragüey) con el gracioso patrocinio del Grupo Gourmets de la editorial Zendrera Zariquiey, del Cognac Frapin (Premier grand cru du cognac) y del Champagne Gosset se honran en otorgar el primer premio a Beatriz Espinoza, procedente de Buenos Aires Argentina, por su relato La muslera.

      Y yo miro angustiado, petrificado, estupefacto, presa de no sé qué, envidioso, verde, amarillo, azul, morado, casi con otro nudo debajo del nudo de la corbata-corvina, el cheque de mis tan necesitados mil eurófilos volando hacia las manos agradecidas de Beatriz, gratificación a la que se añade un botellón de Champagne Gosset, de esos que llaman Mágnum.

      –Por la putamadre, Pepino, compadre, ¿te das cuenta? –me quejo–. Aunque sea nos hubieran dado el botellón, sinceramente, aunque sea el botellón.

      –Cállate, cholo, no la cagues –susurra Pepino casi empinado, hablándome por la comisura izquierda, sin mirarme.

      El que habla –creo que es Oscar Caballero– algo explica de cómo los miembros del jurado conchesu seleccionaron primero tres títulos candidatos al premio. El relato de Beatriz fue elegido por mayoría; luego salieron cuatro finalistas para los puestos de segundón y tercerón, tal y tal; luego se decidió incluir a los demás seleccionados para amueblar el libro. Según el que habla, en algunos casos el enfoque etno-histórico-antropológico « salvaba » una escritura « regular », o viceversa (o sea, cuando una  maravillosa e inspiradísima escritura podía ser inferior, supongamos, a un enfoque a lo Lévi-Strauss en Tristes tropiques, digo yo). Aquí, dándonos por aludidos, sacamos pechito; luego, el que habla dice:

      –Cuando Radio France Interational incluyó la receta gastronómica entre sus reputados premios –cada edición del Juan Rulfo recibe más de seis mil cuentos–, una simple mirada a la biblioteca, con centenares de libros sobre cocinas del mundo, pero sólo unas decenas sobre cocinas americanas, brindó la idea de pedir recetas ajustadas en su redacción a un género literario y en su contenido a tradiciones de un país, un pueblo, una región. Más de ochenta textos –relatos e investigaciones– llegaron de Buenos Aires y de Cuenca, de Vigo y de La Habana, de Yucatán y de Bogotá, de Lima y de París, de Barcelona y de Neuquén. Primera constatación: el fogón tiene razones que la razón no entiende. Hispanoparlante pero más bien hispánico, el jurado debió recurrir con frecuencia al diccionario. Con honrosas excepciones, el castellano carece de un equivalente al gran diccionario francés de la vida privada. Tampoco hay investigaciones serias sobre los castellanos de la cocina y de la cama. Y la reciente publicación en España de un diccionario de americanismos o la más reciente, aún, de diccionario español / español (preferiría castellano / castellano), dirigidos por Haenshn y Werner, del Departamento de lingüística aplicada de la universidad de Augsburgo, demuestran que se trataba, realmente, de llenar un vacío. En otras palabras, a la relación entre España y lo que unos llaman Iberoamérica y otros Latinoamerica, se aplica lo que decía Bernard Shaw de Inglaterra y Estados Unidos: estamos separados por un mismo idioma. ¿Separados, también, por modas culturales? Madrid o Barcelona comen sashimi y sushi, pero desconocen el cebiche o el tiradito peruano.

(*) Escritor y Poeta radicado en Francia.