Editorial

¿POR QUIÉN VAMOS A VOTAR Y POR QUÉ?

El gran dilema:

Estamos a tan solo cuarenta días de acudir a las urnas para elegir a una nueva autoridad tanto regional como municipal pero, por increíble  que pudiera parecer, en este preciso momento la gran mayoría de electores chimbotanos no muestra mayor interés en decidir por quién va a votar el próximo 2 de octubre y tampoco parece interesarle, ni remotamente, la razón por la que lo harán. Y eso si es preocupante.

De lejos se puede percibir que este desconocimiento se debe a dos razones fundamentales. Primero,  de los diecisiete candidatos que inicialmente se inscribieron para  postular a la gobernación regional, solo cuatro de ellos han quedado en carrera. En  tanto que, de los veinte que pretendían llegar a la alcaldía de la municipalidad provincial del Santa, solo seis se mantienen en la contienda, por lo menos hasta este momento.

Segundo, como consecuencia  de la purga realizada por las autoridades electorales, la oferta por parte de los candidatos, valgan verdades, se ha visto ostensiblemente mermada y sin mayor capacidad de convencimiento. Si existe una palabra que pudiera  definir con exactitud el ambiente electoral que está viviendo Chimbote, esa palabra es: indiferencia.  Tanto así que, para el común de los electores,  lo mismo da votar por Pedro que por Juan. Al parecer, lo único que importa es evitar el pago de la multa por no votar y nada más. Lamentablemente, a eso parece que hemos llegado.

Por otro lado, cuando falta cuatro meses para que concluya la gestión regional y municipal  2019-2022, la población local y regional ya tiene a flor de labios el veredicto de la evaluación que dicha gestión le merece. Ese veredicto es: desengaño y frustración. En lo que atañe a la gestión del gobierno regional de Ancash, no cabe la menor duda que los últimos cuatro años no se diferencian en nada a los anteriores. Para muestra, un botón: antes de arribar a su primer año de gestión, el titular elegido para esta gestión terminó en la cárcel acusado de cometer graves delitos de corrupción.

Siguiendo ese derrotero, la actual administración se ha esmerado en continuar realizando la misma gestión de sus predecesores. Haciendo tabla rasa de la misión que la encomendado la nación, el gobierno regional  de Ancash no se quita la venda de los ojos y ha perdido  por completo la visión de futuro. Desde que fue creado hace más de treinta años, se ha dedicado a tiempo completo a hacer las veces de municipalidad regional, ejecutando obras de pistas, veredas y complementación urbana, que son responsabilidad de las municipalidades provinciales y distritales. Ha olvidado por completo que su misión principal es impulsar y gestionar proyectos de desarrollo económico y sostenido y de elevar los niveles de salud, educación y generación de empleo.

En cuanto a la labor realizada estos últimos cuatro años por la actual gestión de la municipalidad provincial del Santa, lo más concluyente es no haber cumplido con ejecutar ninguna de las obras de impacto que ofreció a lo largo de su campaña electoral. Para demostrarlo, ahí está la inconclusa avenida Costanera que debió ser concluida el 6 del presente mes, a lo que suma el desconcierto que ha generado en la población la paralización de la obra de remodelación de las diez primeras cuadras de la avenida Pardo, así como también de la avenida Brea y Pariñas, solo por citar tres ejemplos. Ni qué decir de la invasión inducida del parque Fesideta por parte de comerciantes informales  que fueron desalojados del mercado El Progreso.

Estas bombas de tiempo, que  van a estallar en manos de la próxima gestión edil, son muestra elocuente de una labor municipal que ignora olímpicamente los dictados del Plan de Desarrollo Urbano y que va a pasar a la historia por haber menospreciado en todo momento la opinión de los vecinos.

Esto deberían tener en cuenta los candidatos que lleguen al 2 de octubre. En vez de dedicarse a lanzar golpes bajos e insultos al oponente, lo mejor que pueden hacer es dar a conocer sus planes y propuestas de trabajo. Pero planes y propuestas reales, no falsas e irrealizables.  Lo importante es que en los próximos cuarenta días, el pueblo de Chimbote sepa a cabalidad por quién va a votar y por qué.