Editorial

::: DESBARAJUSTE SOBRE RUEDAS :::

Moto-triciclos:

Una prueba más de que en Chimbote cualquier persona puede hacer lo que le dé su regalada gana, es la presencia de decenas de vehículos,  conocidos como moto-triciclos, que comerciantes informales apostan diariamente en diversos lugares  del centro de la ciudad para vender mascarillas, frutas y hasta comestibles. Estos vehículos no solamente interrumpen peligrosamente el tránsito vehicular y peatonal. También son protagonistas de una insoportable contaminación sonora al hacer uso de altoparlantes a todo volumen.

Debemos empezar por dejar en claro que ninguno de estos vehículos tiene SOAT, tampoco tarjeta de propiedad y por último ningún otro documento de carácter oficial que los respalde y acredite. Legalmente, sería imposible que sus propietarios pudieran obtener esta documentación por una razón es muy simple: las moto-triciclos son vehículos hechizos, es decir son resultado de una transformación artesanal pero al mismo tiempo  informal.  Anteriormente han sido triciclos a pedal, pero ahora no solamente se les ha ampliado la plataforma sino también se ha llegado al extremo de colocarles un motor.

Como se puede colegir,  esta modificación se ha hecho de muto propio, por cuenta y riesgo de sus propietarios, sin la autorización de ninguna institución oficial, lo que coloca a estas moto-triciclos al margen de toda formalidad y legalidad. Es más, ni siquiera debería permitírseles salir a circulación ya que no hay nada ni nadie que los ampare oficialmente.

Pero eso no es todo. Desde hace ocho años, rige la Ordenanza N° 061-2014 emitida por la municipalidad provincial del Santa, la misma que expresamente prohíbe la circulación de estos vehículos en el centro de la ciudad. Pero esta disposición parece no importarle en absoluto, ni a los propietarios de las moto-triciclos ni a la policía municipal e inspectores de tránsito. La desidia y el relajo son desconcertantes. También en este aspecto, Chimbote resulta ser tierra de nadie.

Muy aparte de recorrer las calles céntricas de la ciudad, los conductores de estos vehículos ilegales suelen estacionarse en la puerta de algunas instituciones bancarias y centros comerciales, donde saben que se exige al público ingresar hasta con doble mascarilla. Hasta ahí, todo podría aceptarse.  Pero donde el peligro llega a mayores, es en las calles adyacentes al mercado modelo, donde prácticamente permanecen estacionados todo el día, poniendo en grave riesgo la seguridad del tránsito vehicular y peatonal.

Parte del ambiente cotidiano que tiene que soportar la ciudad de Chimbote, desde las primeras horas del día hasta entrada la noche, es el endiablado volumen de los altoparlantes que utilizan los propietarios de estos vehículos para ofrecer sus productos.

Sin que esto signifique ir contra el derecho al trabajo de estas personas, la autoridad municipal tiene que hallar una fórmula para poner fin a este desbarajuste sobre ruedas. La población también derecho a la seguridad y tranquilidad pública.