Opinión

EL FRENTE Y LA AUSENCIA DE ALTERNATIVA DE LA CENTRO – DERECHA

Una sociedad que se siente desguarnecida y que busca certezas

Por:  VÍCTOR ANDRÉS PONCE (*)

El hecho de que el Congreso no se atreva a organizar una salida política de la destrucción nacional que causa el desgobierno de Pedro Castillo, ya sea a través de la vacancia o la inhabilitación, está desencadenando efectos devastadores en la sociedad, particularmente en Lima y en las clases medias. Uno de esos efectos es el temor generalizado de la gente a cualquier alternativa que provenga del radicalismo. La gente se siente tan desguarnecida que crea monstruos y temporales que, finalmente, pueden debilitar la lucha por las libertades. O, en caso contrario, busca alternativas en los propios responsables de la actual tragedia nacional (Vizcarra y Sagasti).

Algo de eso ha sucedido con la liberación de Antauro Humala. Algunos creen que ha llegado la hora de un nuevo radicalismo, que amenazará la Constitución y las libertades. ¿Por qué el etnocacerismo superaría los fracasos actuales del Movadef, Perú Libre y las izquierdas en sus intentos de convocar a las masas para cerrar el Congreso? ¿Acaso no se entiende que Castillo es la perfecta inmunización en contra de las izquierdas de cualquier apellido? Antauro ni siquiera podrá ser candidato –sentenciado por delitos graves–, pero, de pronto, puede ser un líder superior a Vladimir Cerrón, Guido Bellido y el buró del Movadef. ¿Por qué? La violencia se desatará, no obstante que las fuerzas armadas se han pronunciado sobre la crisis nacional desarrollando el mayor operativo militar de la historia del VRAEM. Aprensiones en vez de análisis.

La sociedad entonces está desesperada. Una desesperación que es absolutamente legítima porque no existe alternativa a la debacle nacional que causa Castillo. ¿Por qué no hay alternativa? Porque frente al fracaso del comunismo, los progresismos y los nacionalismos, la única alternativa debe provenir desde el centro y la derecha. El motivo: la devastación de Castillo viene por la izquierda. Si en la centro derecha no se entiende el problema, la gente podría aferrarse a cualquier salida.

¿Cómo entonces forjar una alternativa? La centro-derecha debe entender que los partidos por sí solos no enfrentarán al colectivismo ni al progresismo. Necesitan formar un frente de las derechas. Y, generalmente, quienes lideran las convergencias (en la guerra y en la paz) son las vanguardias, con el propósito de gestar una amplia unidad contra un enemigo común (el colectivismo).

Fuerza Popular, Renovación y Avanza País, entonces, deberían gestar un frente que se exprese en el Congreso y la sociedad para defender la Constitución y las libertades en todos los terrenos. En el Congreso el frente formaría una columna de más de 50 votos que se plantearían atraer a los otros 30 ó 40 que se pueden distanciar del bloque que forman comunistas y los llamados “niños”.

El mismo frente debería instalarse en las regiones con el objeto de lanzar una ofensiva social y popular en las bases para detener el avance del radicalismo. Sin embargo, en las regiones la convergencia política debería incorporar como protagonistas al Partido Aprista, al Partido Popular Cristiano, y a otros sectores regionales. El frentismo en las regiones, al margen de los cronogramas electorales, tendría la virtud de recuperar los principios de la política plebeya y la lucha de las bases a nivel distrital y provincial.

Sobre esa base, la propuesta de unas primarias nacionales de cara a las próximas elecciones para definir una plancha presidencial cambiaría el curso de la política nacional, caracterizado por la fragmentación y los pequeños intereses. La sociedad comenzaría a percibir que hay salida y que ninguna minoría de uno o dos centenares volverá a protagonizar un Andahuaylazo.

La centro derecha, los partidos históricos, y la política plebeya, parecen ser la fórmula, porque no hay nada nuevo bajo el sol luego de un año de la destrucción generada por el Gobierno de Castillo.

(*) Director de El Montonero (www.elmontonero.pe)