Final de película:
Después de un largo y exasperante proceso de depuración de listas y candidatos realizado por el JNE, el mismo que se prolongó durante los meses de junio, julio, agosto y parte de septiembre, recién anteayer el electorado ancashino ha podido conocer en forma oficial y definitiva que son siete los candidatos que finalmente disputarán la gobernación regional en las elecciones del próximo domingo 2 de octubre, es decir dentro de tan solo diecisiete días.
Ellos son: Mary Colchado Laguna (Fuerza Popular), Juan Vásquez Cruzado (Frente Esperanza), Luis Gonzales Cano (Manpe), Koki Noriega Brito (Agua), Beto Barrionuevo Romero (Juntos por el Perú), Julieta Pérez Reyes (Avanza País) y Enrique Alejandro Ocrospoma (Socios por Ancash).
Como resultado de un clamoroso desconocimiento de la norma electoral que han puesto en evidencia algunos personeros y candidatos, pero también debido al deliberado afán de sacarle la vuelta a esta disposición, hemos asistido a un espectáculo que por su magnitud no se ha visto nunca antes en un proceso electoral. Varias listas y no pocos candidatos han pagado muy caro este error, por lo que han quedado definitivamente fuera de la competencia. Otros en cambio, quienes inicialmente fueron inhabilitados o tachados, al final resultaron rehabilitados cuando faltaban escasos minutos para el cierre del proceso de depuración.
Como resultado de esta inédita experiencia, se puede decir que el electorado ancashino hoy más que nunca está flotando en un mar de dudas e indiferencia. Tal como está el escenario electoral en la región, por lo menos a estas alturas es imposible hablar de favoritos. Cualquiera de los siete candidatos puede resultar elegido. Y hasta donde se puede presagiar, eso no dependerá de la capacidad ni de la experiencia que acredite el afortunado sino precisamente del factor fortuna.
Nunca antes como en esta oportunidad, el destino de Ancash en los próximos cuatro años ha sido motivo de tanta incertidumbre y hasta indiferencia. Para el común de los ancashinos, lo mismo da que resulte elegido Pedro o Juan. Y eso es algo que debe conducirnos a necesaria y serena reflexión.
Después de treinta años de venir eligiendo a estas autoridades con los resultados que ya todos conocemos y lamentamos, las elecciones del próximo 2 de octubre debe ser la oportunidad para corregir el rumbo del gobierno regional de Ancash y evitar que se repita más de lo mismo.
En razón de esta coyuntura, vale la pena recordar que en todo ese largo tiempo el gobierno regional de Ancash no ha sido capaz de ejecutar un solo proyecto de desarrollo regional. En un lamentable defecto de visión, el GRA ha terminado por convertirse en una municipalidad regional que disputa con las comunas provinciales y distritales la ejecución de pistas, veredas y otras obras comunales. Y eso no es desarrollo regional.
Pero además de ser el directo responsable de haber ubicado a Ancash como la segunda región más corrupta del país después de Lima y Callao, hasta hoy el GRA de Ancash no ha tenido la capacidad suficiente para ejecutar ni siquiera la mitad del presupuesto que envía el gobierno central y lo mismo sucede con los millones que año tras año recibe del canon minero.
Gracias a esta reflexión podemos llegar a la conclusión que el destino de Ancash en los próximos cuatro años, dependerá de la decisión que el electorado asuma el próximo 2 de octubre. Con siete candidatos en aparente igualdad de condiciones, es de esperar que el desenlace de la contienda sea un final de película, con la invocación que no sea otra película de terror.