Editorial

EL CANON DEL HORTELANO

No lo utilizan, ni dejan que otros lo utilicen:

Conforme lo hemos señalado en un comentario anterior, la Universidad Nacional  del Santa ha recibido este año 96.3 millones de soles por concepto de canon, sobre canon y regalías mineras, dinero que está destinado específicamente para el mejoramiento de su infraestructura así como para la implementación de laboratorios, trabajos de investigación científica y tecnológica  y, en resumen, para elevar el nivel de la calidad educativa.

Ello no obstante, cuando faltan apenas dos meses para finalizar el presente año,  y de acuerdo con la información proporcionada por el Portal de Transparencia del ministerio de Economía y Finanzas, la Universidad Nacional del Santa solo ha utilizado 24 millones, lo que  significa que tendrá que devolver al estado más de 72 millones de soles, como si esta casa de estudios superiores no tuviera necesidad de este cuantioso presupuesto.

Este inaceptable desinterés, nos ha llevado inevitablemente a confrontar la realidad por la que atraviesan los institutos Pedagógico Nacional del Santa y Carlos Salazar Romero, solo por citar dos ejemplos. Estas dos instituciones de educación superior, con igual gravitación en la formación  de nuevos cuadros profesionales, muestran  sin embargo una realidad diametralmente adversa.

Entre muchas de sus privaciones, ambos institutos carecen de laboratorios, bibliotecas  y talleres por lo menos medianamente implementados, situación que, como se puede ver,  está muy lejos de garantizar una educación competitiva y de calidad. Desde hace mucho tiempo, alumnos y profesores se han  cansado de reclamar mayores recursos para la implementación de estos y otros servicios educativos sin  que jamás sus reclamos hayan sido escuchados.

Esta ingrata realidad, desde luego, no es exclusiva de Chimbote.  Es un mal que palpita a nivel Nacional. De los mil institutos y escuelas de educación técnica superior que existen en todo el país, solo siete de ellos han logrado ser licenciados por SUNEDU, es decir ni el 2%. ¿Y eso por qué?, porque, por absurdo que parezca,  el 98% de estos centros de educación cuentan con una infraestructura educativa en  precarias  condiciones y totalmente desfasadas.

Eso ha dado lugar a que más de cien mil alumnos que estudian en estos institutos superiores enfrenten en este momento el riesgo de ver frustrado su sueño de culminar una carrera técnica o profesional. De no obtener su licenciamiento, estas instituciones  tendrán que cerrar sus puertas irremediablemente obligando a sus alumnos a  trasladarse a otros institutos o simplemente a  truncar sus sueños de superación.

Pero igual que la Universidad Nacional del Santa,  también el gobierno regional de Ancash y la mayoría de municipalidades provinciales y distritales, no utilizan ni el 40 por ciento del canon minero que reciben cada año. ¿Qué sentido tiene entonces recibir a manos llenas algo que no se va a utilizar?. Demás está reiterar que este derroche de recursos se debe a la incapacidad de estos organismos e instituciones para elaborar y presentar  proyectos correctamente sustentados. Mejor dicho, no es que falte dinero. Lo que no hay, es capacidad de gestión.

Frente a  este desolador panorama, la parlamentaria ancashina Lady Camones Solórzano  ha logrado que el pleno del Congreso de la República apruebe un proyecto de ley que propone ampliar la transferencia del canon minero a favor de los institutos de educación superior del estado, los mismos que jamás han recibido este beneficio.

La propuesta ha merecido un gran respaldo. No puede ser posible que, mientras las universidades se den el lujo de desaprovechar y devolver el canon minero, existan otras instituciones que necesitan de él para elevar la calidad educativa a favor de miles de estudiantes en todo el país.  No utilizar este recurso  ni  permitir que otros lo utilicen, es algo que solo cabe en la moraleja del hortelano.