Por: Donato Díaz Nieto (*)
¡Gracias, gracias! Señor alcalde Roberto Jesús Briceño Franco por haber instalado la iluminación a lo largo de la Av. Pardo.
Esa iluminación, señor, nos permite, o nos va a permitir ver con suma claridad y por mucho tiempo el desastre que deja su gestión en Chimbote, que no parece ser su ciudad natal.
La Av. Pardo, nuestra única, representativa y emblemática vía de nuestra ciudad, maltratada una y otra vez por cada antojadizo burgomaestre, como aquel que le cambió de denominación como Av. Víctor Raúl Haya de la Torre, como si el susodicho o sus correligionarios hayan hecho lo suficiente para merecerlo; o aquel que hermoseó las dos primeras cuadras, denominándolas como el Boulevard y los dejó enrejado, para mirarlos de afuera a través de las rejas, en absurda ironía. Luego, llegó otro fulano, sin ser alcalde y en plan de negocio, ofreció embellecer la avenida como la mejor de Sudamérica; y, después de muchas reformas en su renovación y ejecución, finalmente quedó sembrado en toda su extensión con impresentables adoquines que causan vergüenza ajena, y su autor, hoy goza de vacaciones forzadas en un penal de alta seguridad.
Tampoco debemos olvidar a aquel alcalde que se prendió del pasamos de la escalera en el interior del municipio para evitar lo desaforen tirándolo de las piernas. Ese señor, dizque uno de los mejores urbanistas de esta parte del mundo, nos dejó unos remedos de módulos de tienda en la Av. Pardo, acompañado para entonces por el actual alcalde, que desde aquel entonces a la fecha se convirtieron en vergonzosas letrinas que hieren impunemente el buen olfato del vecindario.
Y ahora, don Roberto Jesús Briceño Franco, el arquitecto, ya se va, dejándonos una larga e inflamable cola, con sus proverbiales desatinos. De entradita a su gestión, sin preguntar a nadie “remodeló” la Plaza Grau, o 28 de julio, sin haber absoluta necesidad. Ahora, la pésima “remodelación” se está desmoronando como pavimento viejo, agregado a ello las sombrillas de madera cruda, que aparte de ser feas, se están cayendo apolilladas. Y, en seguida, nuestro alcalde, muy ligerito, y en vía de administración directa, inició la “remodelación” del boulevard, al que ha dado en llamar el “paseo de la cultura” que hasta la fecha no concluye. Y, también recordamos que con loco entusiasmo ofreció 70 buses urbanos como los del Metropolitano de Lima, con pasajes de a S/.1.00. Se anularon los contratos truchos y hasta ahora esperamos esos pasajes de a sol. Estamos al Estilo Waldo, quien ofreció S/.500.00 por familia ancashina y se fue preso. Ahora que ya salió, la genta aún guarda la esperanza de cobrar esos S/. 500.00. Ironías políticas.
El entusiasmo de la inversión ha llevado al alcalde Briceño a lamentables improvisaciones, si es que así benévolamente podemos llamarlo, sabiendo que las obras responden en su propósito a puntuales cuestiones técnicas. Pues bien, al parecer así no ocurrió con las promocionadas ciclo vías en la ciudad, donde no abundan los ciclistas, partiendo de la avenida Pardo fueron un verdadero desastre, tanto en su diseño y en su ejecución. A la fecha ha quedado destruido e inhabilitado.
Pues bien, pensamos que la pesadilla del ciclo vía había concluido con su auto inhabilitación. Pero, no, pareciera que al alcalde apremiado por una aguda fiebre de inversión y gastar el grueso presupuesto que tiene en caja ¡Cerró!, si ¡cerró! Nuevamente tres cuadras de la avenida Pardo con simpáticos cercos sintéticos verdes, ya no triplay, para hacer ¡otro nuevo ciclo vía! ¡sí!, sin dar cuenta, por elemental respeto a la comunidad, de este nuevo despropósito. No sabemos cómo, ni cuándo el pleno del concejo tuvo conocimiento del mismo y le dio pase. Y, para variar, ¡ya se paralizó!, tal cual el Boulevard, y dice el alcalde por incumplimiento del contratista.
De nunca acabar. En efecto, sumando los desaciertos, también tenemos paralizado la construcción del Hospital del Progreso por incumplimiento de los contratistas chinos. Y más, también tenemos la inauguración del inconcluso estadio “San Pedro”, construido en lugar inapropiado, sin las medidas reglamentarias y sin la certificación de riesgos de seguridad; a ello hay que añadir que el emblemático estadio de pueblo joven Gómez Arellano, con sus costillas al aire, en exhibición, a la fecha sirve para cualquier evento, menos para el fútbol oficial. Cuando el alcalde Briceño estuvo en campaña, “vamos a concluir el estadio” dijo, exhibiendo una llamativa gigantografía. Y, le agregamos una chiquita: el taller municipal también está ¡inconclusa!.
Y así, tenemos un rosario de obras paralizadas, inconclusas, observadas, y, para colmo de la simplonería el Arq. Briceño, inauguró la iluminación de la Av. Pardo. Y nos preguntamos ¿para qué? Si no era necesario, ni indispensable, tal cual es nuestra emblemática Av. Pardo. Parece una nefasta ironía, pues esta iluminación simple y llanamente va a servir para exhibir el desastre y la miseria de la Avenida. Va a permitir “admirar” la calamidad en que se encuentra, con adoquines maltrechos, desmoronándose y pidendo urgente cambio, áreas verdes muertas, y otras que claman por agua; tachos de basura adornados por abundantes montículos de desechos de toda laya; cuadras donde no hay tachos y no hay contenedores, agregado a ello la informalidad e inconciencia de los vecinos. Todo eso lo vamos a “admirar”, en vivo y en directo con ¡harta luz! no solo los chimbotanos, sino también los turistas que nos visitan cubriéndose la nariz, gracias al impredecible alcalde don Roberto Jesús Briceño Franco, que felizmente ya se va.
(*) Abogado