Editorial

PRIMERO EL TERMINAL

Para cambiar la historia:

Como se sabe, no solamente harina y aceite de pescado sino también  otros productos elaborados  en Chimbote, están siendo exportados por El Callao y otros puertos del litoral. Se afirma, por ejemplo, que gran parte del mineral extraído de centros mineros ancashinos  están saliendo por el puerto de Salaverry y que, incluso, grandes cargamentos de palta producida en Moro se estarían embarcando por Paita rumbo al exterior.

No hace falta mayores explicaciones para concluir que esta fuga de embarques se debe a que, desde hace ya varios años, el Terminal Portuario de Chimbote no está en capacidad de brindar este tipo de servicio a las empresas exportadoras. Con más de setenta años de antigüedad, esta estratégica infraestructura jamás ha sido objeto de un proceso de modernización, razón por la que permanece paralizada en el tiempo, sin posibilidades de competir con nadie.

Lo sucedido con el Terminal Portuario es, desde luego, una historia ampliamente conocida, la misma que no está demás  traer a la memoria para evitar que se repita. Construido en 1950 por la Corporación Peruana del Santa, tan pronto como inició sus operaciones el terminal se convirtió en uno de los mejor implementados y más competitivos de esta parte del Pacífico. Informes periodísticos y fotografías de la época, dan fe de aquel lejano protagonismo.

En 1974, cuando el gobierno militar desactivó la Corporación Peruana del Santa, el terminal pasó a manos de la Empresa Nacional de Puertos, ENAPU, pero manteniendo  muy en alto su bien ganado status de puerto mayor. Fue por esa época cuando la Autoridad Portuaria Nacional, ANP,  incluyó a Chimbote  en el Plan Maestro de Modernización en el que también se hallaban El Callao, Salaverry, Paita y Matarani.

Pero el 2 de agosto del 2013, la historia del terminal portuario de Chimbote cambió abruptamente de un día para otro. En una decisión que nada tuvo que ver con los grandes intereses nacionales sino con el bullicio de la politiquería, el gobierno central dispuso  la trasferencia del terminal portuario a manos del gobierno Regional de Ancash. Fue como poner la gallina de los huevos de oro en manos de abigeos.

Los hechos se han encargado de demostrar que, efectivamente, aquella decisión fue un gran error; pues a partir de ahí, Chimbote no solamente perdió su lugar en el Plan Maestro de Modernización.  También dio un giro a la inversa de 180 grados, del que hasta hoy no puede recuperarse. Después de  haber ocupado el segundo lugar en movimiento portuario a nivel nacional, ahora permanece inamovible en la última ubicación.

Pero, si  nos proponemos, esta historia puede cambiar. En declaraciones publicadas por  este diario, el presidente de  la Cámara de  Comercio y Producción de la Provincia del Santa, biólogo Juan Villarreal Olaya, ha propuesto la conformación de una Mesa Técnica para tratar el tema del Terminal Portuario de Chimbote, pero debe ser importante la presencia de técnicos especialistas y no politiqueros. El GORE Ancash por ejemplo ha colocado en la APR a una persona que no conoce el tema. La más consistente opción es la concesión, la iniciativa privada. Esa debe ser la agenda. Si lo que se desea es la reactivación de esta importante infraestructura, este es el momento de  emprender algo sumamente serio y bien pensado. Ya sea que se opte por una concesión, una alianza estratégica u otra modalidad de gestión, lo cierto es que algo se tiene que hacer y pronto.

La bahía de Chimbote ofrece inmejorables condiciones geográficas para lograr este objetivo. Es una de las más protegidas por la propia naturaleza; no sufre de grandes oleajes ni  arenamiento. Todo es cuestión de saber aprovechar y ofertar estas inmejorables condiciones. Sino ¿de qué valdría, por ejemplo, que se ejecute Chinecas si toda su producción va a ser exportada por otros puertos?. Para cambiar la historia, primero se tiene que modernizar el Terminal.