Editorial

ARRIBANDO A BUEN PUERTO

Terminal, ahora sí:

Tras una década absurdamente perdida en manos del gobierno regional de Ancash, el Terminal Portuario de Chimbote acaba de brindarnos lo que parece ser una noticia de resurrección y no es para menos.  Conforme lo hemos dado a conocer en nuestra edición de ayer en calidad de primicia, dos empresas portuguesas, una de ellas la mundialmente conocida  Mota-Engil, se han asociado para construir y operar, respetivamente, el nuevo terminal portuario de Chimbote con una inversión de 300 millones de dólares, alrededor de 1,200 millones de soles.

Según la información a la que ha podido tener acceso el Diario de Chimbote, la decisión de formalizar y poner en marcha este proyecto,  está en manos de la Autoridad Portuaria Nacional, que debe analizar la Iniciativa Privada Autosostenible.

Es más, se sabe que el monto de la inversión será asumido en su totalidad por la sociedad que han conformado ambas empresas portuguesas, sin necesidad de una contraparte por el lado del estado peruano. Justamente, a objeto de brindar una mayor información sobre el particular, en los próximos días arribará a Chimbote una delegación compuesta por representantes de los inversionistas.

En un comentario anterior, relacionado con la deplorable situación por la que atraviesa el terminal portuario, consideramos que la única manera de hacer realidad este proyecto era a  través de una alianza estratégica entre el estado peruano y la inversión extranjera.

Históricamente,   Chimbote ya conoce esta modalidad de gestión y ha obtenido enormes beneficios de ella. Hace 70 años, gracias a esta alianza, la desaparecida Corporación Peruana del Santa logró construir no solo el terminal portuario sino también la central Hidroeléctrica del Cañón del Pato y la  primera planta procesadora de acero del país, Sogesa, hoy Siderperú. No hace falta abundar en mayores comentarios para reconocer la incidencia directa que la ejecución de estos proyectos ha significado para beneficio de Chimbote y la región.

En todo caso, lo que si vale la pena traer a la memoria, pero para que no se vuelva a repetir jamás, es lo que sucedió aquel 8 de agosto del 2013, cuando el gobierno central decidió transferir el Terminal Portuario de Chimbote al gobierno regional de Ancash, transferencia que, como bien ha quedado demostrado, solo sirvió para satisfacer el protagonismo político de las autoridades de turno, sin importar en ese momento el grave daño que se le estaba causando a Chimbote y la región. A partir de esa aciaga fecha,  el terminal solo ha experimentado un franco e incontenible retroceso del que no ha podido recuperarse hasta hoy. Un ejemplo de  politiquería barata e irresponsable, que no debería repetirse jamás.

En buena hora que la inversión extranjera haya puesto los ojos en el Terminal Portuario de Chimbote. Las condiciones geográficas de la bahía son inmejorables y hasta prodigiosas, lo que sin duda ha convencido plenamente a las empresas portuguesas que, por tradición histórica, tienen amplia experiencia en manejo marítimo y portuario.

Cabe esperar entonces que tanto la Autoridad Portuaria Nacional como el gobierno central y regional, brinden a la inversión extranjera todas las facilidades y garantías, como es su obligación. Esa es la llave maestra que se necesita para que el proyecto se haga realidad lo antes posible y se pueda decir con toda propiedad que, ahora sí, Chimbote está arribando a buen puerto.