Editorial

Y SE HIZO LA LEY

Sin más trámite que hacer respetar lo que ordena el Reglamento de Aplicación de Sanciones Administrativas (RAS),  el Área de Fiscalización de la municipalidad distrital de Nuevo Chimbote dispuso el desalojo de una infraestructura de palos y esteras que los propietarios del restaurante “Mil Sabores” habían levantado junto a su local, en plena vía pública. La medida incluye la aplicación de una multa de 9,200 soles, equivalente a dos Unidades  Impositivas Tributarias, que se espera sirva de escarmiento para quienes tienen la mala costumbre de faltarle respeto al principio de autoridad.

Conforme  lo hicieron notar desde un primer momento los vecinos del lugar, y tal como aparece registrado en los planos de desarrollo urbano del distrito, el terreno en mención está reservado para áreas verdes y para mayor precisión se halla  ubicado frente al taller municipal, al borde de la avenida Pacífico.

Nada de esto sin embargo tuvo la mayor importancia para los propietarios de dicho establecimiento, quienes durante dos días levantaron esta “sucursal” de su local  ante la vista y paciencia de propios y extraños, como si la vía pública fuese de su entera propiedad.

Esta medida adoptada por la comuna distrital  no ha necesitado de mayores  procedimientos administrativos ni burocráticos. Todo está claramente especificado  en la Ley Orgánica de Municipalidades y en el respectivo Reglamento de Aplicación de Sanciones. Lo único que han tenido que hacer los funcionarios municipales es hacer respetar lo que está escrito en el papel. Las normas no se han dictado para pegarlas en la pared  ni para guardarlas en el escritorio, sino para que se cumplan.

Pero, como ya lo hemos dicho en un comentario anterior, el caso protagonizado por los propietarios del restaurante “Mil Sabores” no es un hecho único ni aislado. Es parte de una mala costumbre que se ha generalizado en diversos lugares de Nuevo Chimbote y que ya se ha vuelto intolerable.

Tanto en la  avenida Pacífico como en las avenidas Argentina, Brasil y Agraria, la situación es igual de enfadosa y caótica. En estas vías de intenso tránsito peatonal y vehicular, son in contables los restaurantes y establecimientos afines que han “ampliado” sus locales colocando mesas y sillas encima de las veredas y otros espacios de uso público. Ampliación que incluye la instalación de toldos y barandas.

Ni qué decir de otros tantos lavaderos de autos que se hallan a lo largo de estas avenidas y que realizan su trabajo ocupando las veredas, llegando a la desfachatez de construir zanjas en plena vía pública. Un caso aparte, por supuesto,  es el que se presenta en la avenida Brasil. Los restaurantes y centros de diversión nocturna que ahí funcionan, suelen poner música a todo volumen generando una ya insoportable contaminación sonora que atenta contra la tranquilidad del vecindario.

La aplicación de las normas y disposiciones municipales tiene que ser igual para todos, sin privilegios de ninguna clase. La sanción aplicada al restaurante “Mil Sabores” ha sido muy bien recibida por el vecindario y la opinión pública, pues una clara señal de respeto al principio de autoridad. Pero eso mismo es necesario que se aplique en otros lugares del distrito, ya que todos tienen que ser medidos con la misma vara.