Director de hospital Regional:
Primero es la salud. Faltan todavía quince días para que produzca el relevo en la conducción del gobierno regional de Ancash, pero eso no ha sido óbice para que el electo titular de este organismo, Fabián Koki Noriega Brito, haya adelantado públicamente una de las primeras decisiones que adoptará su gestión, como es el cambio del director del hospital regional “Eleazar Guzmán Barrón” de Chimbote.
En una visita inopinada que realizó hace dos días a las instalaciones de este nosocomio, más importante centro de salud de Ancash, el entrante titular de la región solicitó a los representantes del cuerpo médico y de los trabajadores, la presentación de una terna para nominar al próximo director del hospital. Por la apertura con la que se dirigió a sus interlocutores, Noriega Brito dejó entrever que, de preferencia, la terna debería estar integrada por profesionales que no solamente se encuentren laborando en ese nosocomio sino que además reúnan las exigencias de probada capacidad y experiencia en cargos de este nivel. Ya era hora que se promueva la meritocracia y se destierre el contubernio.
En ese marco, no está demás resaltar que el nuevo titular regional formuló este anuncio poniendo como testigos presenciales a los nuevos representantes de la comunidad directamente interesada. Ellos son el alcalde electo de la provincia del Santa, Luis Gamarra Alor, y su homólogo de Nuevo Chimbote, Walter Soto Campos.
Tal como lo hemos precisado en este mismo espacio y en reiteradas oportunidades, a nivel regional ha sido el sector salud el que más ha sufrido las consecuencias de una de las más calamitosas gestiones que ha protagonizado el gobierno regional de Ancash. Los escándalos de corrupción, que ahora todos conocemos, han tenido como escenario favorito justamente los diversos centros de salud de la región.
Por muy irónico que pudiera parecer, el punto más crítico que alcanzó esta controvertida gestión se produjo precisamente durante los días más álgidos de la pandemia, con las denuncias fiscales y el encarcelamiento del que fueron objeto los jerarcas de turno del gobierno regional. Tiene que ser entonces ahí, en el sector salud, por donde tiene que comenzar el proceso de reordenamiento y profilaxis que ha anunciado el nuevo gobernador regional. Así de claro.
Desde luego, eso implica tener que extirpar de raíz ese tumor maligno que representa una camarilla de funcionarios golondrinos que durante la actual gestión ha manejado el hospital regional y otros establecimientos de salud, a su libre albedrío. Quizá eso explique con total desenfado la razón por la que el gobernador saliente haya optado por desaparecer del mapa y no sea capaz de pronunciar una sola palabra al respecto. Después de todo, sería imposible que todos los problemas que se han acumulado a lo largo de quince o veinte años y que se han agudizado durante la última gestión, se puedan solucionar en dos o tres semanas.
Lo cierto es que en este momento crucial, el gobierno regional de Ancash es un barco sin capitán, que navega a la deriva, donde la única voz que se escucha es “sálvese quien pueda”. Es posible que podríamos estar ante una retirada ya fáctica aunque también indecorosa.
Empero, el solo anuncio de un nuevo director del hospital Regional ha sido motivo más que suficiente para generar un gran alivio en la ciudadanía y no es para menos. Primero es la salud.