Editorial

CUANDO LA CORRUPCIÓN SE RECICLA

Todo parece indicar que para la corrupción nada es imposible, al menos en lo que a  Ancash se refiere. Podrán pasar por el reino del poder todos los gobernadores y alcaldes habidos y por haber, pero para la red de corrupción instalada en el ámbito regional, estos cambios es lo de menos. Para la señora corrupción, la vida sigue igual. Lo mismo da que cada nuevo gobernador o alcalde, se desgañite ofreciendo el oro y el moro. Tarde o temprano, y sin  hacer tanto aspaviento,  aquí se hace lo que la corrupción ordena.

Como lo hemos dado a conocer en nuestra edición de ayer, en hospital regional, se ha  autorizado el pago contante y sonante de diez órdenes de servicio a pesar que éstas nunca fueron ejecutadas al cien por ciento.  Las órdenes corresponden a la gestión del ex gobernador Henry Borja Cruzado  y el monto de las mismas supera el millón y medio de soles.

Ayer mismo, miembros de la Fiscalía Anticorrupción del Santa y de la Contraloría General de la República, acudieron hasta las oficinas del nosocomio para recopilar toda la documentación relacionada con este millonario y escandaloso estipendio.

No deja de  ser reprochable el hecho que, lejos de realizar acciones dignas de reconocimiento,  el hospital regional se mantenga como el blanco preferido de los mayores casos de corrupción.  Esta es una situación que viene de mucho tiempo atrás y que alcanzó niveles de escándalo  precisamente durante la pandemia del covid, dando lugar a que el ex gobernador Juan Carlos Morillo Ulloa se encuentre recluido hasta hoy en el penal de Huaraz.

Lo que sucede tanto en el gobierno regional como en algunas municipalidades provinciales y distritales, es algo que se ha convertido en pan de cada día. Las  empresas que estas instituciones  contratan para ejecutar obras o realizar servicios,  en realidad son las mismas que vienen trabajando con gestiones anteriores.  El asunto es que quienes están al frente de estas empresas,  conocen a la perfección el arte del reciclaje. Para presentarse a una licitación, ya sea  en forma individual o consorciada, no tienen más que cambiar de razón social, domicilio y representante legal. Igual que el camaleón, cambian de colores según la ocasión.

Sabido es que los dueños de estas empresas también conocen a la perfección cómo  se manejan este reciclaje ante el OSCE y otros organismos de control. Por lo demás, para eso cuentan con la complicidad de funcionarios que laboran al interior del gobierno regional y las municipalidades y que ellos mismos colocan en ahí, quienes  son los encargados de hacerse de la vista gorda y allanar el camino para que la licitación salga como por un tubo.

Tal como acaba de suceder con el pago de las diez órdenes de servicio, son estos funcionarios reciclados los que hacen malabares para dilatar o acelerar los compromisos de pago, así sea de una gestión anterior. Por la plata, baila el mono.

Sin temor a equivocarnos, tal parece que la convivencia entre el gobierno regional y la red de corrupción, es producto de un juramento de complicidad para toda la vida.