Opinión

EL INESPERADO REGRESO DEL APRA

Por: VÍCTOR ANDRÉS PONCE (*)

La noticia acerca de que el Apra ha logrado reinscribirse en el Jurado Nacional de Elecciones (JNE), de una u otra manera parece honrar el viejo aserto de Alfonso Ugarte acerca de que “el Apra nunca muere”. Y, efectivamente, luego de la desaparición de Víctor Raúl Haya de la Torre y de Alan García, todo parecía señalar que el viejo partido hayista estaba condenado a la extinción política, después de padecer la demonización y judicialización de parte del comunismo y del progresismo en los últimos años.

Algo más abonaba a la presunción de una eventual extinción del aprismo: su tendencia al caudillismo organizador de Haya de la Torre, la inclinación casi religiosa a seguir un liderazgo fuerte e incuestionable. Hoy no están Haya ni García, sin embargo, el Apra se atreve a regresar. El regreso del partido de Alfonso Ugarte, entonces, revela que ha existido un movimiento subterráneo de una militancia que no ha cesado de persistir en el mito del aprismo. Y es evidente que ese impulso organizativo solo puede provenir de la juventud, el sector que tiene la energía para sobrevivir y continuar a contracorriente de los millonarios financiamientos que hoy tienen los sectores bolivarianos y progresistas del país.

El Apra siempre estuvo ligado a la idea del partido clásico, no solo en el Perú sino también en América Latina. Si alguien en la región hablaba de un partido tenía que referirse al ciclópeo esfuerzo de organización del Apra en el siglo pasado. Ese esfuerzo era una combinación de jóvenes e intelectuales. Asimismo, el Apra siempre fue considerado el muro de contención del comunismo en el Perú en el siglo XX.

El Apra vuelve entonces cuando el Perú enfrenta una real amenaza del eje bolivariano y cuando los partidos están extremadamente debilitados. Por ejemplo, para enfrentar la reciente insurrección de las vanguardias comunistas, ni en Ica ni en los mercados populares del sur hubo partidos que organizaran a la población para defender la economía popular de las tiranías comunistas.

Todo indica que en el regreso del Apra hay mucha juventud, muchos cuadros con mediana formación ideológica, que podrían armar columnas políticas para volver a disputar la base de la sociedad con las vanguardias comunistas.

Sin embargo, el Apra carece de una reforma intelectual e ideológica y tampoco tiene un líder. Allí están los talones de Aquiles de este regreso. Si Víctor Raúl resucitara, con extrema rapidez, se daría cuenta de que los textos El Antiimperialismo y el Apra y Treinta años de aprismo ya no son suficientes para reflexionar sobre la compleja realidad del Perú. Una realidad en que los Andes han tomado la costa, la capital, y la han poblado de mercados populares en donde bulle un capitalismo popular que necesita ser representado en la sociedad formal, en el Perú oficial.

En otras palabras, los jóvenes del Apra solo emularán la gesta histórica de los fundadores del siglo XX si son capaces de reformarse ideológica y culturalmente, como alguna vez lo hizo Haya de la Torre y esa generación dorada de intelectuales que se lanzaron a la política. En ese camino surgirá el líder o los líderes.

En cualquier caso, el regreso del Apra es una buena noticia en medio del páramo civil de la política, donde los caudillos medianos y los líderes empresariales consideran que pueden reemplazar a los políticos intelectuales y organizadores del pasado siglo XX. A pesar de las redes y la revolución tecnológica, el regreso del aprismo nos puede indicar que todo lo pasado fue mejor. Y ojalá también regresen el viejo PPC y el antiguo Acción Popular.

(*) Director de El Montonero (www.elmontonero.pe)