Editorial

LAS MEDIAS VERDADES DEL MEDIO AMBIENTE

Hablar de la defensa del medio ambiente de Chimbote se ha convertido, ni más ni menos,  en un pasatiempo aburrido e improductivo en el que predominan  únicamente  las medias verdades. Todas las declaraciones acerca de esta problemática que a diario formulan personas que se autodenominan defensoras del medio ambiente, y que son las mismas que se escuchan desde hace más de treinta o cuarenta años, no son más que eso: palabras que se las lleva el viento y nada más.  A la hora de salir en defensa del patrimonio ecológico y ambiental de Chimbote, ninguna de estas personas, ni tampoco las  autoridades pagadas por el gobierno para ejercer esta defensa,  asumen una actitud decidida y enérgica.

Prueba de ello el grave atentado ambiental que se ha suscitado el sábado último al interior del terreno que ocupa la Base Naval de Chimbote, hecho del que hemos dado cuenta en nuestra edición del lunes 3 de abril. Como quien sepulta basura en un relleno sanitario, un enorme cargador frontal arrojó toneladas de tierra y desmonte sobre una extensa reserva natural de  matiz marina, una especie de flora silvestre que se encuentra protegida por ley y cuya preservación es crucial para el mantenimiento del equilibrio ecológico y del medio ambiente.

Al ser consultadas por nuestro medio, ninguna de las personas que estuvieron presentes aceptó identificarse y menos  brindar explicaciones acerca de lo que estaba sucediendo. Tras la llegada de un fiscal y miembros de la policía ecológica, el cargador frontal siguió realizando su trabajo como si nada hubiera pasado, en tanto que el representante del ministerio público no dio muestras de mayor interés respecto a lo que estaba sucediendo. Lo propio hicieron los representantes de la Base Naval.

Conforme ha trascendido, este atentado contra el medio ambiente se viene realizando por obra y gracia de una empresa privada, propietaria de un astillero artesanal que se encuentra en las inmediaciones. El propósito es  habilitar una vía de acceso que permita el traslado de embarcaciones navales para su reparación y mantenimiento. Aunque sin tener a la mano  ningún  documento probatorio, un personaje, quien dijo ser representante de dicho astillero, afirmó que el trabajo realizado por el cargador frontal está autorizado tanto por la Base Naval como  por la Capitanía de Puerto. De eso no cabe la menor duda ya que, de no ser así, los miembros de estas instituciones hubieran sido los primeros en oponerse. Pero no fue así. Para colmo, hasta ayer martes en la tarde, cuando escribíamos este comentario, no se sabía de ningún informe ni pronunciamiento oficial al respecto.

Por eso creemos que todo lo que se dice sobre la defensa del medio ambiente de Chimbote, no es más que puras palabras. Los hechos hablan por sí mismos. Desde hace veinte años, más de quince volúmenes del Plan de Recuperación de la Bahía de Chimbote están llenándose de virus en los archivos del Ministerio del Ambiente, sin que nadie se preocupe por eso.

La misma suerte ha corrido el proyecto Parque Metropolitano, creado hace más de veinte años por la Municipalidad Provincial del Santa para proteger la reserva natural de los humedales de Villa María. Se sabe que existe personal y una oficina adscrita a ese proyecto pero lo  que no se sabe es exactamente qué papel desempeñan.

Enormes construcciones y cercos perimétricos de fierro y cemento se vienen levantando en esa zona declarada intangible  gracias a títulos de propiedad inscritos en la SUNARP y a licencias de construcción expedidas por la gestión anterior de la propia Municipalidad Provincial del Santa.

No se puede dejar de mencionar asimismo el doble discurso al que nos tienen acostumbrados aquellos que dicen trabajar por la defensa del medio ambiente, pero que solamente lo hacen a través de folletos y fotografías para mantener el apoyo de organizaciones ambientalistas internacionales y nada más. Como se puede ver, las medias verdades son también el peor atentado contra el medio ambiente.