Editorial

CARTA LIBRE PARA SEGUIR ATENTANDO

Medio ambiente:

Con un intervalo de tan solo tres días entre uno y otro, recientemente se han producido dos graves atentados contra  los Humedales de Villa María, una valiosa reserva natural que muchas ciudades del mundo darían la vida por poseerla, pero cuya defensa y preservación parece no tener la menor importancia para las autoridades de Chimbote que, solo de la boca para afuera, afirman estar trabajando en defensa de la ecología y el medio ambiente.

Primero fue el  exterminio de una gran extensión de  Batis Marina, una especie de flora silvestre protegida por ley, que increíblemente  fue arrasada y cubierta con tierra y desmonte como si se tratase del más despreciable desperdicio. Como lo hemos informado, dicho atentado se produjo en el interior de la Base Naval de Chimbote y fue cometido por los propietarios  de un varadero de propiedad privada en su afán de habilitar una vía de acceso para el traslado de embarcaciones pesqueras que se encuentran en proceso de reparación.

A casi una semana del atentado, recién este miércoles se hizo presente la gerente de Desarrollo Urbano de la municipalidad provincial del Santa, arquitecta Juliana Ayala, quien, en virtud de las facultades que lo otorga la ley, ordenó que se paralice la construcción de la vía de acceso. La decisión de la funcionaria municipal no solo tiene como fundamento la comisión de un flagrante delito cometido contra el patrimonio ecológico de Chimbote, sino también porque la obra se ha venido realizando sin tener autorización municipal.

El segundo atentado forma parte de una cadena imparable que ya ha sobrepasado todos los límites del abuso y la intolerancia, como son los incendios forestales. Por fatídica coincidencia, el que se produjo el lunes último se inició en el lugar de siempre, es decir en la zona de ingreso a la playa El Dorado. Durante seis largas horas, un humo denso y tóxico afectó a centenares de familias de los asentamientos humanos de Villa María, Las Brisas y Costa Verde entre otros, particularmente a niños y personas de la tercera edad.

Como lo han confirmado los bomberos, estos incendios no son casuales ni tampoco son causados por gente de mal vivir, como se pretende hacernos creer. El fuego es deliberadamente provocado por los extractores ilegales de flora silvestre en la creencia que la ceniza sirve de fertilizante para una nueva cosecha.

Lo que  no deja de llamar la atención en medio de esta controvertida situación es que hasta ahora todos estos atentados quedan impunes, limpios de polvo y paja. No obstante haber sido plenamente identificados y reiteradamente denunciados ante el Ministerio Público, ninguno de los autores de estos atentados ha sido sancionado. Y mientras esto no suceda, se puede decir que hay carta libre para seguir atentando.