Editorial

SEGUIMOS DE MAL EN PEOR

Construcción de hospitales:

Con gran decepción  y al mismo tiempo con inocultable amargura, en nuestra edición  de ayer dimos a conocer que, desde el pasado 24 de marzo, la construcción del Hospital de San Jacinto se encuentra paralizada,  poniendo de manifiesto ante la opinión pública la ya intolerable gestión que viene realizando más de un organismo del estado en la construcción de hospitales en el ámbito de la provincia del Santa.

Conforme hemos podido constatar, la empresa que viene ejecutando esta obra,  Corporación  Diamante   Jubers SAC, se ha visto en la obligación de tomar dicha decisión por una razón que va más allá de lo absurdo y lo irrazonable.  La nueva gestión de la municipalidad distrital de Nepeña no puede abonar a la empresa contratista las  valorizaciones  correspondientes a noviembre y diciembre del año pasado por una razón que, repetimos,  dice mucho de la falta de capacidad de gestión.

Por increíble que pudiera parecer, de los 6500 metros cuadrados que tiene el terreno en el que se ejecuta la obra,  solo 5000 están debidamente inscritos a nombre de la municipalidad distrital de Nepeña, la misma que ha tenido a su cargo la elaboración del expediente técnico y tiene asimismo la condición de unidad ejecutora. Los 1500 metros restantes, todavía  figuran en Registros Públicos como propiedad del donante, la empresa azucarera San Jacinto. Por muy buena que sea la intención, una obra pública no se puede construir en un terreno que es propiedad privada.

La Unidad ejecutora es la Municipalidad de Nepeña,  y resulta increíble que haya podido aprobar una inversión de 53 millones de soles para la ejecución del hospital de San Jacinto, sin antes haber advertido semejante despropósito.  Como se recuerda, la obra fue licitada y adjudicada en octubre del año pasado durante la gestión del ex alcalde de Nepeña Pedro Carranza López. De igual manera, llama la atención que la empresa contratista haya recepcionado el terreno e iniciado la obra, pasando por alto esta clamorosa irregularidad.

Es de esperar  ahora que la nueva gestión municipal realice el saneamiento físico y legal de los 1500 metros faltantes que, dicho sea de paso, no es un trámite engorroso ni del otro mundo. Es algo muy elemental pero también obligatorio. Ya se cuenta con la voluntad del donante y de ahí para adelante solo es cuestión de aprobar un acuerdo de concejo que dé por aceptada la donación para luego proceder a inscripción automática en registros públicos.

Con todos los asesores que ha tenido a su disposición, la gestión del ex alcalde Pedro Carranza ha tenido tiempo y recursos suficientes para haber realizado a tiempo todo esto, evitando de esa manera que la obra se retrase. El hospital de San Jacinto, de nivel 1-4, está diseñado para brindar atención a todos los pobladores del valle de Nepeña, que hasta hoy sueñan con poseer este indispensable servicio.

Si  a esto  que acaba de suceder en San Jacinto, sumamos lo que viene sucediendo con la construcción del hospital El Progreso y también con la quimérica ejecución del nuevo hospital La Caleta, que ya lleva diez años en la mecedora,  es duro tener que aceptar que, en cuanto a salud, seguimos de mal en peor.

Con gran decepción  y al mismo tiempo con inocultable amargura, en nuestra edición  de ayer dimos a conocer que, desde el pasado 24 de marzo, la construcción del Hospital de San Jacinto se encuentra paralizada,  poniendo de manifiesto ante la opinión pública la ya intolerable gestión que viene realizando más de un organismo del estado en la construcción de hospitales en el ámbito de la provincia del Santa.

Conforme hemos podido constatar, la empresa que viene ejecutando esta obra,  Corporación  Diamante   Jubers SAC, se ha visto en la obligación de tomar dicha decisión por una razón que va más allá de lo absurdo y lo irrazonable.  La nueva gestión de la municipalidad distrital de Nepeña no puede abonar a la empresa contratista las  valorizaciones  correspondientes a noviembre y diciembre del año pasado por una razón que, repetimos,  dice mucho de la falta de capacidad de gestión.

Por increíble que pudiera parecer, de los 6500 metros cuadrados que tiene el terreno en el que se ejecuta la obra,  solo 5000 están debidamente inscritos a nombre de la municipalidad distrital de Nepeña, la misma que ha tenido a su cargo la elaboración del expediente técnico y tiene asimismo la condición de unidad ejecutora. Los 1500 metros restantes, todavía  figuran en Registros Públicos como propiedad del donante, la empresa azucarera San Jacinto. Por muy buena que sea la intención, una obra pública no se puede construir en un terreno que es propiedad privada.

La Unidad ejecutora es la Municipalidad de Nepeña,  y resulta increíble que haya podido aprobar una inversión de 53 millones de soles para la ejecución del hospital de San Jacinto, sin antes haber advertido semejante despropósito.  Como se recuerda, la obra fue licitada y adjudicada en octubre del año pasado durante la gestión del ex alcalde de Nepeña Pedro Carranza López. De igual manera, llama la atención que la empresa contratista haya recepcionado el terreno e iniciado la obra, pasando por alto esta clamorosa irregularidad.

Es de esperar  ahora que la nueva gestión municipal realice el saneamiento físico y legal de los 1500 metros faltantes que, dicho sea de paso, no es un trámite engorroso ni del otro mundo. Es algo muy elemental pero también obligatorio. Ya se cuenta con la voluntad del donante y de ahí para adelante solo es cuestión de aprobar un acuerdo de concejo que dé por aceptada la donación para luego proceder a inscripción automática en registros públicos.

Con todos los asesores que ha tenido a su disposición, la gestión del ex alcalde Pedro Carranza ha tenido tiempo y recursos suficientes para haber realizado a tiempo todo esto, evitando de esa manera que la obra se retrase. El hospital de San Jacinto, de nivel 1-4, está diseñado para brindar atención a todos los pobladores del valle de Nepeña, que hasta hoy sueñan con poseer este indispensable servicio.

Si  a esto  que acaba de suceder en San Jacinto, sumamos lo que viene sucediendo con la construcción del hospital El Progreso y también con la quimérica ejecución del nuevo hospital La Caleta, que ya lleva diez años en la mecedora,  es duro tener que aceptar que, en cuanto a salud, seguimos de mal en peor.