Editorial

EL PROBLEMA NO ES UNO SINO CENTENARES DE TRICICLOS

Arrojo de basura y desmonte:

Como ya se ha vuelto rutinario, el pasado martes el conductor de un triciclo fue sorprendido por personal de la Municipalidad Distrital de Nuevo Chimbote cuando se encontraba arrojando gran cantidad de desmonte a la espalda de la institución educativa República Argentina. En aplicación de las normas que rigen para estos casos, el personal  de la comuna distrital aplicó al infractor una multa de 990 soles, equivalente al 20 por ciento de una UIT; además del  internamiento del triciclo en el depósito municipal hasta cuando la multa sea totalmente cancelada.

Para cualquiera de las personas que se dedican a esta ilícita actividad, novecientos noventa soles debe resultar una suma inalcanzable y hasta imposible de pagar. Pero esa es la pena que se aplica a quienes infringen la prohibición de arrojar basura y desmonte en la vía pública, atentando de esa manera contra la limpieza de la ciudad, el ornato y el medio ambiente. Es de esperar por eso que, al menos en el caso de este triciclero, exista un propósito de enmienda y en adelante tenga que pensarlo dos veces antes de repetir la infracción.

Sin embargo, y eso no tiene porque llamar la atención, el caso de este triciclero de Nuevo Chimbote  no es único. Forma parte de un problema,  de repercusiones socioeconómicas, en  el que están inmersos centenares de tricicleros, que han hecho de esta ilícita  actividad su principal medio de vida.

Tanto en Chimbote como en Nuevo Chimbote, la incursión de estas personas se ha vuelto de lo más común. Es innegable y chocante que más pueda la necesidad de unas cuantas personas, que  la invocación de cuidar el medio ambiente, el ornato y la limpieza pública de toda una ciudad.

Lamentablemente son muchos  los vecinos que,  en vez de esperar el paso de los camiones recolectores,   prefieren contratar  el servicio de estos tricicleros para deshacerse de la basura domiciliaria de la manera más desleal y temeraria, sin importar el daño que esto ocasiona al vecindario y al resto de la ciudad. La limpieza no consiste en deshacerse de la basura arrojándola en las esquinas. Eso genera polución, atrae insectos y roedores,  ofrece un espectáculo deprimente y atenta contra la salud ambiental.

Aun cuando en la zona de ingreso a Nuevo Chimbote se ha retirado recientemente gran cantidad de desmonte a ambos lados de la carretera Panamericana, ya se puede apreciar la acumulación de nuevos montículos que impiden la maniobrabilidad de los vehículos que se desplazan por esta vía nacional.

En el caso de Chimbote, el espectáculo sigue siendo igual de dramático. A pesar de todas las invocaciones, habidas y por haber, es deprimente ver, con cada amanecer, la presencia de enormes montículos de basura en todas las bocacalles que desembocan a lo largo de la prolongación  Pardo. Los recolectores pasan, pero lo que no pasa por la mente de algunos vecinos es el concepto y la importancia de la limpieza pública.

El problema de la limpieza no lo van a solucionar los tricicleros. El problema  de la limpieza pública lo van a solucionar la municipalidad y los propios vecinos, siempre y cuando, por supuesto,  exista de por medio una buena dosis de cultura cívica e identificación con la ciudad.