Editorial

UN MILAGRO LLAMADO VOLUNTAD POLÍTICA

Solo así se realizan grandes obras:

En menos de un mes, se pasó del dicho al hecho. El pasado 3 de julio, en el marco de una reunión en la que participaron la renunciante  ministra de Salud, Rosa Gutiérrez Palomino,  y el gobernador regional de Ancash, Fabián Loli Noriega Brito, el primer ministro Alberto Otárola Peñaranda anunció que en los próximos días se estaría oficializando la construcción del nuevo hospital Víctor Ramos Guardia de la ciudad de Huaraz. Como se recuerda, en la misma reunión al premier Otárola también  se refirió a la construcción del nuevo hospital La Caleta y el proyecto especial Chinecas, aunque sin llegar a formular mayores precisiones.

El 29 de julio, apenas 26 días después, el premier Alberto Otárola firmó el Decreto Supremo N° 138, que certifica a través del MEF un presupuesto de 1,100 millones de soles para la ejecución de esta obra. Como se sabe, ésta se ejecutará mediante la modalidad de obra por impuesto,  en alianza estratégica con la empresa minera Antamina. Históricamente, este presupuesto está considerado como  el más alto que registra el interior del país en materia hospitalaria. Y no es para menos.

El nuevo hospital Ramos Guardia  tendrá nivel III-1 y ha sido diseñado para  funcionar con los más modernos sistemas y equipos que la tecnología ha puesto a disposición del  servicio de salud. No en vano, tendrá capacidad para brindar atención y mejorar la calidad de vida de un universo estimado en 600 mil habitantes, que residen a todo lo largo de los corredores naturales Huaylas y Conchucos.

Como todo ancashino, a través de estas líneas celebramos el hecho que, después de cuarenta años de espera, nuestros hermanos del interior de la región puedan muy pronto tener acceso, ahora sí en inmejorables condiciones, a un servicio básico y prioritario como es la salud. La espera no ha sido en vano.

Desde esta perspectiva, no se puede dejar de mencionar la existencia de un factor que ha jugado un rol gravitante para hacer realidad el sueño del hospital Ramos Guardia. Ese factor se llama voluntad política y es algo que solo se puede esperar de las más altas esferas del gobierno,  ahí donde el acceso está reservado  únicamente para personajes de probada influencia política.

Por eso, no se puede dejar de reconocer que ha sido gracias a la intervención del presidente del Consejo de Ministros, Alberto Otárola Peñaranda, que la obra del hospital Ramos Guardia ahora se encuentre debidamente encarrilada. Él es oriundo de la zona, por tanto es  completamente justo y razonable que haya hecho valer sus buenos oficios para que esta gestión se concretice. Por lo demás, ésta no es una gestión en beneficio personal. Es una gestión en  beneficio de la tierra que lo vio nacer.

Que recordemos, una de las pocas oportunidades en que Chimbote obtuvo un beneficio gracias a la voluntad política,  ocurrió en diciembre de 1984. Fue cuando el entonces primer ministro y al mismo tiempo presidente de la Cámara de Diputados, Luis Pércovich Roca, consiguió que se promulgue la Ley 24035 que creó la Universidad Nacional del Santa.

Por otro lado, de habérselo propuesto, el ex presidente de la República Alejandro Toledo Manrique pudo tranquilamente sacar adelante el proyecto de irrigación Chinecas  y modernizar el Terminal Portuario de Chimbote. Tenía todo el poder a su disposición, pero ahora está claro que le faltó gratitud con el pueblo que lo vio crecer. En lugar de hacer algo por Chimbote, prefirió encerrarse en la orgía organizada por sus aliados de Ecoteva y Odrebrech.