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TREINTAISIETE AÑOS

Hoy, 06 de octubre, el Diario de Chimbote está cumpliendo 37 años de actividad. Los calendarios han avanzado de manera vertiginosa, han sucedido muchísimos acontecimientos al interior de esta casa periodística y queremos recordar a esas personas que ya no están aquí y empezaron este trabajo que, conforme ha avanzado en el tiempo, se ha enraizado de por sí solo y ha crecido a pesar de las vicisitudes. No acostumbramos a escribir en primera persona, pero hoy los vamos a hacer, teniendo en cuenta este paréntesis de los 37° años, porque el objetivo es recordar a esas personas queridas que no están con nosotros, pues ellos fueron el impulso y el corazón central para el nacimiento de esta empresa que edita el Diario de Chimbote. Wilfredo Peláez Gularte; una personas temperamental, incansable y batallador, tenía como objetivo de vida el editar su propio medio de comunicación escrito, lo hizo acompañado de su esposa y sus hijos. Paula Olórtegui lo acompañó y fue en realidad un soporte inmenso en esos años iniciales y, sobre todo, cuando el nombre se fue consolidando poco a poco. Casi un lustro después de haber iniciado la circulación del Diario de Chimbote, se unió Javier que, con sus conocimientos, se logró la consolidación. Son un poco más de tres décadas y media las que han transcurrido y que han servido para poner el nombre del Diario de Chimbote como parte integrante de esos medios regionales que propugnan lo mejor para su ciudad y su región. Han pasado muchas dificultades y hemos querido citarlos a ellos tres, porque partieron a la eternidad y nos han dejado esa enorme tarea, diríamos titánica, de continuar y todos los que estamos involucrados, lo hemos entendido, por lo menos lo haremos hasta cuando existan fuerzas y lo que venga posteriormente no lo sabremos, pero se trabaja para dejar esa semilla que debe continuar con ese inmenso encargo, de prolongarle la vida al Diario de Chimbote. Parece como si fuera ayer esa noche del 05 de octubre de 1986, porque preparar esa primera edición fue interminable, se aprendió en el camino, como hasta ahora, donde las condiciones son totalmente distintas a las de hace un poco más  tres décadas y media. La tecnología y la pandemia cambiaron todo y en esas estamos, no debemos desistir, al contrario, continuaremos teniendo en cuenta que hay realidades diferentes, pero lo haremos.

COCO BETO, LECHUZA Y ROCA

En este día, cuando recordamos esas más de tres décadas y media de trabajo, se nos viene a la memoria otros nombres que ya no están con nosotros, pero que forman parte de este grupo como Jorge Alberto Rodríguez Castillo; Manuel Arellano Pesantes y Mario Alberto Roca Dongo. Ellos partieron antes y con su propia personalidad, tuvieron enormes aportes en las tareas que cada uno de ellos realizaba. Jorge, tal como él mismo lo señalaba, era un soldado y casi de memoria, fue un artífice para la difusión de los deportes locales y tenía como pasión por el voleybol,  desde las categorías menores. Un capítulo aparte puede resultar “Lechuza”, pues así lo conocían a Manuel Arellano por su enorme conocimiento de la realidad local, con detalles increíbles, pues estuvo involucrado a la pesca casi toda su vida. “Lechuza” tuvo una pasión, que fue José Gálvez FBC, ese equipo de todos y de nadie y nunca olvidará que su casa, incluso, fue punto de reunión en aquellas jornadas del ’71 y ’72, allí en la cuadra 5 de Enrique Palacios. En aquel tiempo le dio mucho a José Gálvez. Es uno de esos personajes que en Chimbote siempre será recordado. Lo de Mario Alberto Roca Dongo es diferente por la tarea que realizaba, pero tenía una habilidad de lectura, de esas que hoy no existen, que le permitía tener conocimientos amplios para el análisis de la realidad. En su juventud fue boxeador y cuando el Diario de Chimbote se fue consolidando, fue un factor importante en la distribución del medio escrito. Hemos hecho referencia a los que se fueron, pero por esta casa periodística pasaron muchos, no los vamos a citar porque la memoria es infiel, pero todos dejaron algo y se les recuerda con mucha estima y cariño, obreros, administrativos y periodistas.

NIÑO COSTERO

En las tareas propias de esta actividad nos ha llevado a pasar por situaciones realmente increíbles y en este momento recordamos lo que sucedió en la quincena de marzo del 2017, cuando retornábamos de Huaraz, pues habíamos realizado actividades personales y, justamente en esa jornada, se desatan las lluvias de aquel Niño Costero de ese año y que golpeó con fuerza la región y muchos departamentos más. Aquel día salimos de Huaraz, en colectivo,  al promediar las 2 de la tarde y, antes de llegar a Punta Callán, el teléfono de uno de los pasajeros sonó y le comunicaron que, en la zona de Yaután había empezado a llover torrencialmente, eran aproximadamente 2:30 de la tarde. El colectivo empezó a bajar y a una buena velocidad íbamos avanzando en el camino y una hora después, nuevamente el teléfono sonaba y señalaban que la lluvia continuaba. Aproximadamente sobre las 3:30 o 4:00 pm estábamos cerca de Pariacoto y algo raro se notaba, porque el sol brillante que había en la parte alta ya había desaparecido. Nos fuimos acercando poco a poco a la zona de Yaután, la lluvia ya no era torrencial, pero había lluvia, moderada y, el agua bajó con fuerza, afectando dos poblados chiquitos antes de Yaután. El asunto fue que, pasando Yaután, se comenzó a observar que, desde los cerros bajaba agua por todos lados y la carretera se había convertido en un río. Desde ahí en adelante fue muy difícil avanzar, lo cierto es que la lluvia continuaba, eran aproximadamente las 5 de la tarde, es decir, tres horas continuas de lluvia. Si logramos pasar fue porque era el inicio de lo que posteriormente fue una carretera totalmente intransitable. Habremos llegado a Casma aproximadamente a las 7 pm con la lluvia que continuaba, ese trayecto entre Cruz Punta y Buenavista fue increíble, la carretera parecía un río y si en ese momento logramos pasar, fue porque el chofer quería llegar a Casma, otros se quedaron en el camino. Ese fue el inicio de ese Niño Costero que arrasó todo, incluso el puente Sechín. Nunca habíamos visto nada igual, recuerdo que llegamos a la sede del Diario sobre las 10 de la noche, es decir, retrasados casi en cinco horas y donde, esa lluvia, en más de cinco horas, afectó todo. La portada del día siguiente eran de las pocas fotos que habíamos tomado de la zona, era lo que se planificaba se iba a publicar y no se publicó, porque finalmente la portada fue la avenida Pacífico llena de agua. Nunca habíamos vivido una situación como esa. Experiencias de ese tipo son las que hemos pasado a lo largo de las más de tres décadas y media.  Recordamos otras, como en el año 1991, cuando se consolida aquella participación de Ovación Sipesa en los denominados zonales, el cual era el punto para el retorno de un equipo local al fútbol profesional, hecho que se logró en el año 92’, en el mes de noviembre, pues desde el 93’ para adelante, ya como Deportivo Sipesa, se volvió a tener fútbol profesional en el estadio Manuel Gómez Arellano. Hoy estamos viviendo épocas diferentes, no solo en la parte deportiva; sino también en la parte política y como ciudad que siempre merecen el análisis de estas páginas. ¡Feliz 37° Aniversario Diario de Chimbote!