Opinión

No explique, demuestre

Por: Fernando Zambrano Ortiz

Analista Político

El sanguinario líder comunista ruso Stalin, murió de una hemorragia cerebral el dos de marzo de 1953, después de haber gobernado la URSS durante casi tres décadas, sembrando un régimen de terror y represión. Se estima que el número total de muertes por represión del estalinismo supera el millón de personas.

En marzo de 1958, cinco años después de la muerte del sanguinario líder comunista ruso Stalin, Nikita Kruschev lo sucedió en el cargo de primer ministro de la URSS.

En una ocasión, mientras Nikita Kruschev daba un discurso, alguien desde la multitud le gritó: “Usted fue colega de Stalin, ¿por qué no se opuso a él en su momento? Kruschev, que no había identificado a la persona que lanzó el grito, interrumpió su discurso y exclamó, ¿Quién ha dicho eso?

Un silencio sepulcral invadió a la multitud. Nadie levantó la mano. Kruschev, luego de permanecer en silencio por unos segundos, exclamó: “Ahora saben por qué no me opuse a él en su momento”. En un minuto le hizo sentir a la multitud lo que significaba enfrentar a Stalin.

En otra ocasión Kissinger se encontraba enfrascado en desgastantes e infructuosas negociaciones con los israelíes, para la devolución de una parte de la península del Sinaí que habían conquistado durante la guerra de 1967. La reunión en determinado momento se puso extremadamente tensa, en cuya razón Kissinger decidió suspender y salir a hacer turismo por la ciudad.

No se trataba de un turismo ordinario, pues visitó la antigua fortaleza de Masada, un importante destino arqueológico turístico de Israel, que posee una gran carga simbólica para el nacionalismo judío. En la fortaleza, ubicada en lo alto de una gran meseta, en el año setenta y tres después de Cristo, setecientos guerreros judíos saltaron al abismo, en un suicidio colectivo, al encontrarse sitiados por las tropas romanas.

Los israelíes, al enterarse de la visita de Kissinger, comprendieron de inmediato el mensaje político que les había enviado. Los estaba acusando de estar al borde de un suicidio colectivo.

La frase, «Mil palabras no dejan la misma impresión profunda que una sola acción”, se atribuye al dramaturgo y poeta noruego Henrik Ibsen. Frase que después sería utilizada con distintos matices, por muchos personajes de la historia. Frases como “una imagen vale más que mil palabras”, u “obras y no palabras”, tienen su origen en la frase de Henrik Ibsen. No cabe duda de la certeza de la afirmación primigenia, y ello se refleja en las dos anécdotas que anteceden.

Muchas veces nos desgastamos en profundas diatribas y argumentaciones, tratando de convencer o hacer entrar en razón a otra persona o a una colectividad, sin lograr el objetivo. Sea por la terquedad del oponente, o la ideologización de una sociedad.

Es en estos casos en que una sola acción puede transmitir un potente mensaje hacia el público objetivo, y constituye un elemento objetivo de convicción, muy difícil de rebatir.   

Así las cosas, si vas a debatir con un político radical, o te vas a dirigir a una audiencia previamente ideologizada, más útil que los argumentos serán los hechos, así que demuéstrale con hechos el error en que incurren.

No explique, demuestre.