Opinión

Capacidad de Inversión: Áncash y el Cuento de Nunca Acabar

Por: Oscar A. Wong Garcés (*)

La frase el “cuento de nunca acabar” es el asunto que se dilata y no tiene fin o nunca lo encuentra; y que resulta ser la triste historia de nuestra querida región, provincia y ciudad. Este lamento nuestro, que ya lleva décadas, se concentra en no saber ¿Cuándo será el día en que las máximas autoridades regionales y/o locales gestionen eficientemente los presupuestos públicos de inversión que se le asignan año a año? ¿Cuándo será el día en que las autoridades, provincial y distritales, hagan florecer las bondades y el potencial que tienen cada uno de sus nueve distritos? y ¿Cuándo será el día en que las autoridades de Chimbote y Nuevo Chimbote se concentren en solucionar las verdaderas necesidades de sus comunidades de manera eficiente, integral y estratégica?

Según el Instituto Peruano de Economía, Ancash tiene uno de los mejores presupuestos asignados del erario nacional, ocupando el tercer puesto en la designación más alta. En el 2023 recibió más de S/ 6,200 millones y al cierre de este sólo ejecutó el 60.6% de ello, convirtiéndose en la región con el menor avance de inversión pública, es decir, últimos en la lista de eficiencia. El Gobierno Regional ejecutó sólo el 38.3% de su presupuesto y el promedio de ejecución de los gobiernos locales fue de tan sólo 44.8%. Y como bien se sabe, los presupuestos no son acumulativos, lo que no gastas o inviertes se devuelve y el siguiente año, nuevamente, se asignan los presupuestos y tenemos el mismo “cuento de nunca acabar”. Un dato adicional para considerar este 2024, es que el Ministerio de Economía y Finanzas ha indicado que aquellos presupuestos que los gobiernos regionales y/o locales no alcancen a ejecutar, serán reasignados a otros sectores que sí gestionan y destinan mejor sus recursos. De esta manera, debemos entender que, los presupuestos que no se ejecutan, que no se invierten, representan siempre pérdida, oportunidades de crecimiento que no se aprovecharon; un gran perjuicio que atenta directamente en contra de nuestros intereses, de nuestro desarrollo y el bien común en general.

Permítanme introducir una paráfrasis de la conocida parábola de los talentos, que trata de un hombre que se iba de viaje, les confió sus bienes a tres de sus empleados, al primero le dio mil monedas, al segundo dos mil y al tercero cinco mil. Los dos últimos lo invirtieron mientras que el primero de ellos cavó en la tierra y lo escondió. Cuando vino el empleador a arreglar cuentas, el que recibió cinco mil le devolvió diez y el que recibió dos mil le devolvió cuatro; el hombre les dijo: “¡Excelente! Son empleados buenos y eficientes, se puede confiar en ustedes”. El que recibió mil le dijo: Sé que eres exigente así que guardé el dinero para devolvértelo completo. El hombre respondió: “Eres un empleado malo y negligente. Si sabías que soy exigente ¿por qué no lo invertiste? A este empleado inútil, échenlo afuera”. Para efectos de nuestra narrativa, el empleador somos todos nosotros –los votantes– quienes le confiamos al empleado –la autoridad elegida– un trabajo que mueve miles de millones de soles y que debería gestionarlos e invertirlos en beneficio nuestro.

Es cierto que, hace falta tener voluntad política para hacer las cosas, para trabajar enérgicamente y con iniciativa por la prosperidad de la región, de nuestra provincia y de nuestros distritos; voluntad para que todos los entes de gobierno trabajen de manera articulada, acortando las brechas urbano-rurales, mejorando la infraestructura, procurando obras de alto impacto socioeconómico. Pero, lo que más hace falta, y de manera urgente, son autoridades con una capacidad indiscutible para gobernar, autoridades que podamos calificar de “buenos, eficientes y confiables”, que durante y al término de su gestión podamos decir “hizo mucho” por su región, por su provincia o por su ciudad; esto es, sentirnos orgullosos del trabajo realizado. Ya transcurrió el primer año de gobierno y los resultados no fueron buenos, este 2024 tendrá que mejorar, todas las autoridades tienen una nueva oportunidad de gestionar eficientemente sus presupuestos. Seamos exigentes como el hombre de la parábola, demandemos la mejor gestión pública en cada una de nuestras localidades; no es un favor, es un derecho nuestro, así como un deber y una obligación de aquellos que ostentaron y ocupan hoy los máximos puestos políticos.

(*) Abogado, MBA Centrum, Mtr. en Liderazgo EADA España. Mtr. en Biblia y Teología DTS EEUU (en curso)