Opinión

Chapuzón caviar

POR: FERNANDO VALDIVIA CORREA

En la quincena de enero pasado, escribí una columna de opinión política en este prestigioso medio titulada: ¿Dónde anda Susana Villarán?. Bueno, ya lo sabemos. La presunta delincuente, vaga -como lo hizo en sus 4 años como alcaldesa metropolitana- libremente en un conocido balneario al sur de Lima, refrescándose del aún abrazador calor dentro de una piscina de una acomodada casa.

Descubierta a sus anchas, y mostrando un buen aparente estado de salud, de inmediato la caviarada salió a defenderla ensayando frases como “no está prohibido que se bañe”, o “tiene lupus”, pretendiendo con esto último apelar -innecesariamente- a la compasión ciudadana. Paralelamente, un adormilado Poder Judicial, a pedido de la Fiscalía, convocó para este 14 de los corrientes a audiencia de apercibimiento; es decir, un llamado de atención por no haber cumplido con el control virtual de procesados en noviembre de 2023. En suma, una distracción más en su amodorrado proceso. En tanto, la municipalidad de Lurín, lugar donde reside la “tía regia”, multó a los dueños del inmueble por haber construido la piscina sin el permiso respectivo. Otro espectáculo.

Lo curioso de este supuesto escándalo es que se da justo en el momento que Martín Vizcarra y Gustavo Gorriti están siendo acorralados por los medios de comunicación, y empiezan a ser perseguidos por el titular de la acción penal. Al primero se le acusa de liderar una organización criminal denominada “Los intocables de la corrupción”; mientras que al otro de presionar al entonces jefe máximo del Ministerio Público, Pablo Sánchez, para que detuviese una orden de allanamiento al local del Instituto de Defensa Legal del cual es dueño. Ambos, desde luego, negaron las imputaciones, aduciendo que se trata de campañas mediáticas en contra.

Visto así, no sería de extrañar que el “ampay” a Villarán de la Puente hubiera sido provocado por la misma progresía, seguros que la misma no ingresará nuevamente a la cárcel. Por lo menos no en los próximos 5 años. Parafraseando a George Orwell “todos somos iguales, algunos más iguales que otros”, resulta que esta máxima es el fiel reflejo de nuestra sociedad. La polarización entre caviares y el resto de peruanos hace que la vara de la justicia sea medida en forma desigual. Si eres del primer grupo, puedes equivocarte cuantas veces quieras (así se trate de comisión de delitos), y si se dan cuenta, y hay visos de escándalo, a lo mucho esbozar un “sorry”, y asunto terminado. Contrario sensu, para el resto de mortales, y con mayor razón si se trata de un fujimorista o aprista, que cometa siquiera una infracción de tránsito, sabrá que toda la maquinaria caviar estará tras sus pasos hasta literalmente hacerlo desaparecer de la esfera pública.

En resumen, aunque el clima de la capital esté cambiando un poco, siempre habrá lugar para un chapuzón caviar.