Editorial

El mejor regalo para Chimbote

Av. Pardo:

Después de año y medio de haber permanecido totalmente  paralizada, esto es desde la gestión del ex alcalde Roberto Briceño Franco,  recién la semana pasada la municipalidad provincial del Santa ha reiniciado los trabajos de remodelación de la berma central de la avenida Pardo, la más céntrica y representativa  arteria de la ciudad. Lamentablemente, con su principal avenida convertida en un desastre, y también en letrina pública,  en todo este tiempo la imagen que nuestro querido  Chimbote ha ofrecido a sus hijos y a sus visitantes es la de una ciudad  no solo bombardeada sino también abandonada a su suerte.

A decir de quienes conocen el teje y maneje de la gestión pública, una obra como ésta no puede permanecer paralizada  tanto tiempo, ni siquiera por efecto de un sismo o el paso de un ciclón. La única razón  por la que una obra pública pueda mantenerse tanto tiempo en esa situación, es la pésima gestión de la que ha sido objeto, empezando por las incongruencias que aparecen en el expediente técnico. Pero extrañamente, estas incongruencias y otros desencuentros saltan a la vista cuando el proceso de ejecución ya está en marcha, mucho después de haberse otorgado la licitación y firmado el contrato de obra. Es decir, cuando ya es demasiado tarde.

Y eso es precisamente lo que ha sucedido no solamente con la avenida Pardo sino también   con la avenida Costanera, la losa deportiva San Juan  y el complejo deportivo El Polvorín, entre muchas más. ¿Improvisación o apuro en licitar la obra a como dé lugar?.

El resultado de esta pésima gestión es que, por dos años consecutivos, Chimbote ha tenido que celebrar sus fiestas tradicionales con la sala de la casa impresentable, convertida en un laberinto, y ofreciendo ante todo el mundo la imagen de una ciudad descuidada y tirada al abandono. Nunca antes hemos celebrado en estas condiciones el aniversario de la provincia del Santa, ni la fiesta patronal de San Pedrito, ni el aniversario de Chimbote.  Este es un hecho que lesiona nuestro orgullo como ciudad.

El 6 de diciembre del año 1906,  cuando el presidente de la república José Pardo y Barreda promulgó la Ley 417 que crea el distrito de Chimbote, los antiguos “pata salada” no dudaron en bautizar con ese nombre a la principal arteria de la ciudad. Fue en las dos primeras cuadras de la avenida, cuando aún eran polvorientas y salitrosas, donde empezó a celebrarse la festividad de San Pedrito.

Con el paso de los años, la avenida Pardo sabría de convertirse en escenario obligado de desfiles escolares, festivales deportivos, corsos alegóricos  y de la ceremonia de izamiento dominical, actos que son fiel expresión de nuestra identidad cultural. Por más de una razón, la avenida Pardo siempre ha estado y estará en el corazón de Chimbote y de los chimbotanos; tanto así como el jirón Francisco Pizarro lo está para los trujillanos y la avenida José Balta para los chiclayanos. El amor a la ciudad se honra, no se maltrata.

Aún cuando no existe de por medio ningún anuncio oficial sobre el particular,  es de esperar que por lo menos la primera etapa de la avenida Pardo sea culminada para la Semana de San Pedrito. Ese es el mejor regalo que la comuna provincial podría hacerle a Chimbote.