Editorial

A falta de uno, pronto tendremos 2 estadios

C

omo bien lo dice un  viejo refrán, cuando Dios da, da a dos manos; y eso es lo que en buena hora parece estar  aconteciendo  con los estadios Centenario y El Polvorín. Después de dos años y medio de no haber dado señales de vida,  ambos escenarios deportivos han vuelto  a hacer noticia tras haber  sido reincorporados a la agenda de trabajo de la Municipalidad Provincial del Santa.

Primero fue el inicio de la segunda etapa de rehabilitación del estadio Centenario, que se llevó a cabo hace dos semanas con la presencia del alcalde provincial Luis Gamarra Alor  y, segundo,  es  el reinicio de la construcción del estadio El Polvorín,  obra que hace tres días fue inspeccionada por el propio burgomaestre provincial.

Esta inesperada pero dichosa coincidencia, no deja de ser un llamado a la reflexión. Muy aparte de tener un mismo fin y de hallarse ubicados a escasa distancia uno del otro, el estadio Centenario Manuel Rivera Sánchez y el estadio El Polvorín, tienen algo más en común. Pero tal similitud no obedece precisamente a razones de índole deportiva sino más bien a malas experiencias que, en ambos casos,  son el resultado de una pésima gestión pública.

Tanto la construcción de El Polvorín como la rehabilitación del estadio Centenario  fueron procesos que la municipalidad provincial del Santa gestionó e inició en plena gestión del ex alcalde,  el arquitecto Roberto Briceño Franco. De haberse ejecutado conforme lo programado, hace rato que los dos escenario deportivos ya estarían prestando servicio al deporte chimbotano.

Pero es obvio que, no por cosas del destino sino debido a inocultables desaciertos de gestión,  ambos proyectos quedaron inconclusos y paralizados en lo que ya es una letanía que identifica  a la gestión  del ex burgomaestre. Y eso sucede cuando las licitaciones se convocan y se otorgan en forma precipitada, con expedientes técnicos mal elaborados, que no concuerdan con la realidad, y con fallas garrafales de gestión pública que solo aparecen cuando la obra ya se encuentra en plena ejecución.

La lista de obras inconclusas y paralizadas que le ha dejado a la ciudad de Chimbote la gestión de Roberto Briceño, es larga y multimillonaria. No exageramos si decimos que el espacio de esta página quedaría corto para graficar y detallar esa extensa relación.

Sin embargo, el daño ocasionado  por dichos desaciertos no solamente  es económico y en agravio del estado. Los grandes perjudicados son el deporte y los amantes del futbol. Con éste, ya son tres años consecutivos que, ante la falta de escenario,  los equipos de la liga de fútbol de Chimbote tienen que jugar sus partidos oficiales en el estadio San Bartolo de Santa. La misma suerte corren los equipos que disputan las etapas provincial y departamental de la Copa Perú. Futbolísticamente hablando, por ahora estamos en situación de mendigos.

Para colmo, el estadio San Pedro, construido por el gobierno regional de Ancash, tampoco puede ser utilizado. El Sistema de Defensa Civil lo ha declarado no apto; pues una de sus tribunas se encuentra en la parte baja de un inmenso talud de arena en constante desprendimiento. ¿Cómo es que esta amenaza pudo pasar por alto para quienes diseñaron esta millonaria obra?.

Es obvio que la culminación del Centenario y El Polvorín va a tomar su tiempo, pero esa es la única garantía para que el pueblo de Chimbote vuelva a disfrutar a lo grande de la fiesta del futbol.