Editorial

Un sueño hecho cenizas

Parque Metropolitano:

Desde su institucionalización como órgano desconcentrado de la Municipalidad Provincial del Santa, el  Parque Metropolitano, también conocido como Humedales de Villa María,  solo ha existido  en el papel y por muy corto tiempo.  Su creación obedeció  al clamor de movimientos ecologistas y universidades,  siendo formalizada  mediante Ordenanza Municipal N° 010 de fecha 14 de abril del 2003.

Sin embargo, el año 2007, por Acuerdo de Concejo N° 041, la propia Municipalidad Provincial tomó la errática decisión de desactivar el Parque Metropolitano rebajándole su nivel a una oficina  de tercera categoría, adscrita a la  Gerencia de Desarrollo Social. Desde el 2013, se mantiene hasta la fecha  como una dependencia más de la Gerencia de Gestión Ambiental, sin la autonomía ni las atribuciones  que en cualquier lugar del mundo  se otorga a programas ecológicos  de esta naturaleza. Esto, desde luego, avaló la acción de sus depredadores.

Ha sido a partir de esta decisión antiecológica y antiambiental, que se pretendió convertir  al parque en una nueva zona industrial, sin considerar que existen otros lugares donde desarrollar esta actividad sin necesidad de afectar el valioso ecosistema que encierra esta reserva natural.  Como si no fuera suficiente el daño que estamos pagando como consecuencia del desorden generado por el  llamado boom de la industria pesquera, hasta el año 2022 la propia municipalidad ha lotizado y adjudicado lotes industriales en medio de los humedales. Los hay en los bordes de la Panamericana y de la prolongación Pardo.

En el momento de su creación, hace ya veintiún años, el objetivo del Parque Metropolitano  fue claro e contundente: salvar de las garras de la depredación a esta reserva de flora y fauna silvestre, de 686 hectáreas, que se ubica en ambas márgenes del rio Lacramarca, entre los distritos de Chimbote y Nuevo Chimbote y es uno de los pocos reservas  de su tipo que aún le quedan al Perú y el mundo.

Trabajos de investigación que han realizado universidades y  organizaciones especializadas, han revelado que  en esta privilegiada  reserva florecen  hasta veinte especies de flora nativa, entre las que destacan totora, junco y carricillo que, comercialmente hablando, son las más cotizadas. En lo que a fauna se refiere, existen hasta quince  especies de peces de agua dulce, destacando asimismo la presencia de aves  estacionarias y migratorias, como gallaretas y flamencos. Para alumnos  de todo nivel  y público en general,  visitar los humedales es como asistir a una clase magistral de ecología a cielo abierto. Muchas ciudades darían la vida por tener en sus inmediaciones un espacio natural como éste.

Por esa razón, no es fácil entender  ni aceptar cómo, después de transcurrido tanto tiempo, las autoridades de Chimbote y Nuevo Chimbote, jamás hayan tenido pleno conciencia, ni de la existencia  ni de la trascendencia del Parque y, como si realmente estuvieran en otro mundo, tampoco  les ha importado un ápice su preservación. Ha tenido que ocurrir el pavoroso incendio del último fin de semana para que recién el tema del Parque Metropolitano ocupe un lugar en la agenda de trabajo de las autoridades, al menos por unas horas.

Queda entonces en manos de  las municipalidades provincial y distrital, ya no invocar sino  convocar a los organismos directamente comprometidos con esta problemática para que se reactive el Parque Metropolitano,  un órgano desconcentrado municipal  que en su momento obtuvo  a su favor un fallo del Tribunal de Garantías Constitucionales.

Solo con la reactivación del parque, los organismos ambientalistas nacionales e internacionales podrán legitimar la condición intangible de los humedales y de esa manera poder sancionar ejemplarmente a sus depredadores e incendiarios, quienes han convertido a esta reserva natural en un sueño hecho cenizas.