La construcción de enrocados para proteger a las ciudades costeras del embate de los olas, es una técnica que se remonta a los albores de la humanidad. Investigaciones arqueológicas se han encargado de revelar que las primeras civilizaciones que hicieron uso de esta remota tecnología, fueron los chinos y simultáneamente los árabes. Sin embargo, las mismas investigaciones confirman que la mayor expresión del empleo de estas técnica la consiguió el siglo IV antes de Cristo, el gran Alejandro Magno, rey de Macedonia y faraón de Egipto, quien utilizó enormes enrocados para levantar la ciudad de Alejandría, la metrópoli más moderna de esa época que le ha dejado al mundo dos de las maravillas más grandes construidas por la mano del hombre: el Faro de Alejandría y la Biblioteca de Alejandría, las cuales que no necesitan de mayores explicaciones.
Sin necesidad de añadir ni quitar nada, el mundo moderno continúa valiéndose de esta misma técnica para enfrentar y dominar el embale de las olas. Se sabe que en estos días, se viene implementando una sofisticada red de enrocados, para poner a salvo de joya turística de Venecia y asimismo para ampliar una gran extensión de terreno ganada al mar en las playas de Dubai, Emiratos Árabes, donde se siguen construyendo modernos hoteles y centros de esparcimiento.
Hemos traído a colación estos dos hechos a raíz de la buena noticia que dimos a conocer la semana pasada con relación a la primera prueba de fuego que ha tenido el avance del enrocado que viene construyendo la Municipalidad Provincial del Santa en la zona costera de Miramar Bajo, Florida Baja y Florida Alta. Como era de preverse, a diferencia de otros años esta vez el embate de las olas no repercutió en ningún daño material ni alarma alguna.
Desde que se instalaron en este lugar hace ya siete décadas, los moradores de estos pueblos jóvenes han vivido virtualmente en medio del azote de dos aguas. Por un lado, tenían que soportar el golpe de las olas que azotaban día y noche; y por otro lado tenían que hacer frente con sus propios medios a las inundaciones provocadas por el desborde los drenes que conducen al mar las aguas de regadío procedentes de la zona agrícola La Campiña. Han tenido que esperar setenta años para que la pesadilla los deje vivir en paz.
Inevitablemente, eso también trae a la memoria un hecho que va contra la historia y contra las lecciones de la madre naturaleza. Los genios que dirigieron la gestión municipal 2019-2022, aprobaron el expediente técnico y dieron inicio a la construcción de la avenida Costanera, sin considerar para nada el tendido previo del enrocado correspondiente. Es norma universal que toda obra pública o privada que se construye a menos de sesenta metros de la línea de rompimiento de las olas, requiere, si ó si, del tendido previo de un enrocado.
Todos recordamos que la madrugada del 7 de enero del 2023, a pocos meses de su inicio, los vecinos de la zona despertaron alarmados por el estrépito que produjo el derrumbe de gran parte de todo lo que se había avanzado en la ejecución de esta obra valorizada en 20 millones de soles. La lección de las olas puede llegar antes o después, pero de todas maneras llega.
Como era de preverse, el último oleaje anómalo registrado la semana pasada, no causó los daños ni la angustia de otros tiempos. Ahora sí, la lección de las olas ha sido bien aprendida.