Editorial

Actos personales enlodan la institución

Cuándo no en la PNP:

No es que pretendamos convertir un  acto aparentemente personal y aislado en un hecho de connotación institucional que a cada rato remece y enloda  el buen nombre y el prestigio de la Policía Nacional del Perú. Lo que ha sucedido hace dos días al interior de una discoteca es pan de todos los días. Un efectivo policial, acompañado de un prontuariado delincuente,  fue intervenido cuando apuntaban con un arma de fuego la cabeza de un abogado causando pánico en toda la concurrencia.

En realidad, que un efectivo policial y un delincuente común sean sorprendidos protagonizando de un mismo hecho delictivo. Ya no llama la atención. Y eso, como muy bien sabemos, es algo que condimenta y se cocina al interior de la propia institución. Solo durante el 2024, ya se ha perdido la cuenta de cuántos miembros policiales, entre oficiales y personal subalterno, han sido sorprendidos con las manos en la masa. Desde la comisión de avezados  actos delictivos, pasando por asaltos a mano armada y la exigencia del pago de coimas, ahí están los miembros de la Policía Nacional quienes parecen haber olvidado por completo que el honor es su divisa.

Sería ingenuo dar por aceptado que los actos delictivos protagonizados malos elementos policiales son solamente aquellos que trascienden a través de la prensa. Son muchos más y ese dato está, bajo siete llaves,  en las oficinas de Inspectoría de la propia institución. Salvo que la Fiscalía correspondiente se anime a cumplir su labor,  todas o casi todas las denuncias se congelan ahí a la espera del sueño dorado de la prescripción. Hoy por tí, mañana por mí.

La vox populi insiste en que gran parte del problema está en los exámenes de  admisión a las diversas escuelas e institutos y que esto subsiste cada año con los exámenes de ascenso, donde todo tendría su precio y donde los filtros de conocimiento, capacidad y experiencia son cosa de ingenuos.

Por todo lo que se puede observar, esta connivencia entre miembros de la Policía Nacional y delincuentes comunes ya no es alianza circunstancial y espontánea.  Es una complicidad profundamente arraigada, que se coordina dentro y fuera de la institución ante la vista y paciencia de todo el mundo.

¿Qué pueden decirle a la ciudadanía los jefes policiales a la hora de pedir su colaboración y confianza en la lucha contra las seguridad ciudadana?. Algún mensaje de credibilidad tendrán que idear para recuperar esa confianza.