Desembarcadero artesanal:
De acuerdo con las normas básicas de salud, se ha establecido que el excremento de aves marinas es uno de los agentes más nocivos para la transmisión de infecciones; con mucha mayor razón si la presencia de tales residuos ocurre precisamente en un establecimiento donde se descarga, se manipula y se comercializan peces y otros productos hidrobiológicos que van directamente a la mesa popular.
Conforme lo ha dado a conocer la Contraloría General de la República, eso es precisamente lo que viene ocurriendo en el Desembarcadero Pesquero Artesanal de Chimbote, el principal centro de extracción y comercialización de esta gama de productos, Es ahí donde, por excelencia, acuden decenas de amas de casa y propietarios de restaurantes, a realizar sus compras del día.
Pero si esta gravísima deficiencia ya es motivo de alarma para el público consumidor, otra de las observaciones hechas por la Contraloría es todavía más preocupante. Los desagües y demás efluentes que genera el desembarcadero no son objeto del más mínimo tratamiento sanitario. Por absurdo que pudiera parecer, esta descarga es arrojada directamente al mar, convirtiéndose no solo en un vergonzoso juguete de las olas, sino también en alimento de aves y roedores. Estamos ante un temible atentado contra la salud ambiental de Chimbote.
Como lo hemos dado a conocer en nuestra edición del sábado, ha sido gracias a un proceso de supervisión y fiscalización, realizado entre los días 4 y 15 de septiembre, que los inspectores de la Contraloría han podido constatar in situ esta deplorable realidad, que ya en más de una ocasión hemos denunciado en estas mismas páginas.
El problema que se observa en la evacuación de desagües y en el área de manipuleo y comercialización, es el mismo que existe en el sistema de suministro y almacenamiento de agua, en el surtidor de combustible y prácticamente en todas las instalaciones del desembarcadero artesanal. El mal está totalmente generalizado.
Sabido es que el Desembarcadero Pesquero Artesanal es propiedad del gobierno regional de Ancash y opera a través de una administración privada, que actúa bajo la supervisión y fiscalización de la Dirección Regional de la Producción de Chimbote. Lo que no se sabe a ciencia cierta son los pormenores de esta concesión y si se viene cumpliendo, o no, a carta cabal.
Si en este momento el desembarcadero esta convertido en un verdadero muladar y en caldo de cultivo de un potencial foco de infección, lo menos que tendría que hacer el gobierno regional es tomar al toro por las astas. Realizar o exigir que se realicen de inmediato las correcciones del caso, Acá ya no cabe que actúe con dobleces ni medias tintas, como nos tienen acostumbrados. La salud de los consumidores y la imagen de Chimbote, no se concesiona.
Pero si al gobierno regional le tiemblan las piernas para tomar una decisión, creemos que hay otros organismos e instituciones que están en la obligación de sacar la cara por la ciudad y los consumidores. Hablamos de la municipalidad provincial del Santa, la OEFA y la Fiscalía Ambiental. El desembarcadero pesquero artesanal no puede ser un desembarque de infecciones.