Fernando Zambrano Ortiz
Analista Político
Anoche, mientras leía mensajes en Twitter de los rojos y caviares anti sistema, que se niegan a aceptar que fue la Constitución de 1993 la que nos permitió vivir épocas de prosperidad y desarrollo; recordé un pasaje de la historia de la Rusia zarista, el mismo que a continuación les relato.
Cuando accedió al poder Nicolás I, en la Rusia zarista, se produjeron grandes revueltas. Se trataba de grupos que propugnaban cambios en la forma de producción en Rusia, señalando que todo lo estaban haciendo mal.
Indignado por las revueltas, Nicolás I ordenó acabar con las manifestaciones y capturar a Ryleyev, un liberal que lideraba las protestas. Develadas las manifestaciones y capturado el líder, lo condenó a morir en la horca.
Llegado el día, el verdugo le colocó la soga alrededor del cuello, y accionó la palanca, cayendo pesadamente el cuerpo del condenado.
Sin embargo, en instantes, y ante la sorpresa de la multitud que observaba la ejecución, el condenado se incorporó y dijo, “¿Ven?, en Rusia no hacen nada bien, ni siquiera son capaces de fabricar una buena soga”. La soga alrededor de su cuello se había roto al caer, frustrando la ejecución.
El mensajero de Nicolás I corrió ante la presencia del zar para contarle lo sucedido. En estos casos, cuando se frustraba una ejecución, se consideraba que era obra de la providencia, por lo tanto, el condenado debería ser perdonado.
Cuando Nicolás I se disponía a firmar el decreto de condonación de la pena de muerte, el mensajero le contó lo que había dicho el condenado al caer, respecto a la mala calidad de sogas que producía Rusia.
El Zar Nicolás I, luego de escuchar el relato, rompió el papel que contenía el decreto de condonación de pena y dijo, “Vamos a demostrarle a este sujeto lo contrario”. Al día siguiente el condenado volvió al cadalso, y esta vez la soga no se rompió, muriendo Ryleyev en el acto.
Dicho esto, nos corresponde como demócratas, demostrarles a los zurdos de cuello blanco y a los de cuello sucio, que en el Perú sabemos cómo volver a hacer que el país recupere las sendas del crecimiento, con desarrollo político, social y económico.
Vamos a compartir con la población, nuestra historia de éxito de cerca de tres décadas. Historia que ha sido mal informada por subalternos intereses políticos.
Perú, durante cerca de tres décadas, creció a una velocidad extraordinaria, hasta que llegaron presidentes incapaces, con sus retrógradas ideas “socialistoides”. Fueron, lamentablemente, momentos en los que el país quedó como aquel niño que creció demasiado rápido, y los pantalones le quedaron cortos.
Vamos a volver a ponernos los pantalones adecuados, e impulsar el desarrollo del país, en el marco de una economía social de mercado.
La ruta la tenemos en la Constitución de 1993. Solo falta volver a tener personas idóneas en la conducción del país, que tengan la capacidad de actuar como estadistas, y no como papeles flotantes en el mar, que se mueven al ritmo de las corrientes.
Pero también, vamos a reconocer que todo el éxito logrado, fue gracias a un presidente que se puso los pantalones y que, actuando como estadista, tomó las decisiones correctas, en el momento oportuno, Alberto Fujimori.