Editorial

Editorial: ::: ABUSO DE PODER :::

Un sub oficial de la Policía ha denunciado a su superior, el Jefe de la Comisaría del 21 de Abril por una cobarde agresión que sufrió de parte de este cuando cumplía con sus funciones como personal de guardia en la mencionada dependencia policial.

La denuncia ha sido formulada por el Sub oficial de tercera Joseph Rosales Trejos, quien manifiesta que en circunstancias que realizaba su labor de servicio en la puerta de la Comisaría del 21 de abril fue víctima de una cobarde agresión por parte del Comandante Luis Alberto Zevallos Saavedra, Comisario de la mencionada dependencia policial quien le lanzó un manazo en la cabeza para llamarle la atención.

El efectivo policial dijo que el oficial superior le recriminó de esta abusiva manera el hecho de no haber intervenido, a su criterio, a un motociclista que pasó frente a la dependencia policial cuando manejaba sin llevar el casco de seguridad, cuando esa no era su función en ese momento y esto lo sabía el agresor.

Lo cierto es que el custodio se sintió avasallado y por eso le reclamó en el mismo momento la actitud del oficial superior quien lejos de ensayar alguna excusa o justificación lo amenazó por esta respuesta y le advirtió que lo iba a sancionar reiteradamente por haberse atrevido a reclamarle.

El agredido no pudo ocultar su humillación y la afrenta de la cual fue víctima en presencia de otros efectivos y hasta de un civil, por ello no se quedó de brazos cruzados y ha acudido hasta la Jefatura de Inspectoría de la Policía Nacional para denunciar este hecho abusivo y cobarde, pues el oficial le lanzó el manotazo cuando estaba de espalda y ni siquiera había advertido que se acercaba.

Lo que se ha descrito no es sino la imagen de una equivocada, mezquina y matonesca actitud de oficiales superiores de la Policía Nacional y de otras instituciones castrenses, en las que se tiene la cretina idea que pueden hacer lo que se les viene en gana con el personal subalterno, en las que se tiene la mala costumbre de abusar de los sub  oficiales con mandados y con golpes para demostrar la superioridad.

Y esto no se advierte solo en el cumplimiento de las funciones de los efectivos sino hasta en la preparación y formación que se les da en las escuelas y cuarteles, inclusive, ha sido objeto de reclamos y denuncias que la alta oficialidad se ha encargado de ignorarlas para permitir que los abusos se sigan concretando, como los repulsivos “bautizos” que les aplican a los jóvenes alumnos cuando ingresan a la escuela de formación.

Basta echar una mirada a la tragedia ocurrida hace solo unos días en la Playa Marbella, del distrito de Magdalena del Mar., en Lima, en donde jóvenes reclutas eran obligados a realizar exigentes ejercicios e ingresar de madrugada a las gélidas aguas de un mar embravecido supuestamente para que den muestra de valor.

La furia de las corrientes arrastraron a los reclutas que estaban vestidos con uniforme de campaña, es decir, con pantalones y botas, lo que les impedía salir de la fuerte corriente con el agravante que muchos de ellos ni siquiera sabían nadar y por ello murieron cuatro.

Los subalternos no ingresaban al mar porque querían o por voluntad propia, por el contrario, son obligados a exponer sus vidas de esta cretina manera y por ello ahora sus familiares lloran el repentino deceso de los jóvenes mientras que los cobardes que son responsables de estas maniobras criminales encogen los hombros y tratan de escudarse en la impunidad en la que tradicionalmente practican estas maniobras.

Pero el caso del sub oficial Rosales Tejos no es el único que se ha registrado en nuestra ciudad, por el contrario, henos informado de otros que no son denunciados por los agraviados, como el caso de un Comisario de San Pedro que trataba de sobrepasarse con una sub oficial de guardia a la cual le pasaba las manos por el cuerpo o el caso de un comisario de Huarmey que llegó borracho e insultaba como se le daba la gana a los subalternos de guardia.

Esperemos que la Jefatura de Inspectoría no encubra esta agresión, ellos saben que el Comisario agresor no tenía derecho o atribución alguna para lanzarse un manotazo en la cabeza al sub oficial, porque estando de guardia aquel no podía abandonar su puesto para perseguir o sancionar a un motociclista porque esa es labor de otro personal, al margen que si había incurrido en una omisión tenía que amonestarlo de otra manera.

Un oficial superior no tiene el grado o el rango para ejercerlo con violencia o desprecio sobre los subalternos, no tiene un nivel y categoría para imponerlo de manera procaz y abusiva, por el contrario, un oficial superior, en este caso un Comisario, debería ser el equivalente a un padre de familia en un hogar, tiene que desempeñarse de la mejor manera, debe predicar con el ejemplo y tener una conducta intachable.

Lamentablemente los Policías de antes ya no existen, esos que te saludan en la esquina y que no esperan que le ofrezcas una propina cuando te pasaste la luz roja, esos Policías han desaparecido, ahora están los infiltrados, los que cometen delitos, los que se comportan como energúmenos no solo con los ciudadanos que acuden a las comisaría a sentar una denuncia o solicitar una constatación y que observan esa misma conducta pusilánime y detestable con su propio personal al que apabullan y humillan porque creen tener derecho a ello.

Los casos expuestos en las comisarías del 21 de abril, de San Pedro y de Huarmey no son los únicos, por el contrario, han trascendido porque sus protagonistas de alguna manera los han difundido porque entienden que hay de por medio un abuso incalificable en el proceder y comportamiento de estos malos Policías.

Sin embargo, el Sub Oficial Joseph Rosales Trejos ha tenido el valor de denunciar al agresor, ha dejado de lado los típicos temores de sus compañeros de evitar las represalias y mantener ese régimen de impunidad que existe al interior de la institución tutelar.

Nosotros quisiéramos preguntarle al comisario agresor que es lo que haría si un individuo se acerca a su hijo y le lanza un manotazo similar por cualquier motivo, quisiéramos saber cómo se sentiría y si es que no ha pensado que ese joven sub oficial al que maltrata puede ser también su propio hijo. Aun cuando sabemos que la posibilidad es remota, pero queremos pensar que Inspectoría debe terminar con este abuso de poder, sabemos que casos como estos existen muchísimos dentro de la misma Policía que no se denuncian, ya es momento de poner coto a los matones con uniforme.