Editorial

Editorial: ::: UN FISCAL ESQUIVO :::

Lo que aparentaba ser una de las tantas celadas que han determinado el internamiento en el Penal de malos Policías que utilizan su cargo para pedir coimas, terminó en la intervención de dos efectivos de la Policía anticorrupción que de denunciantes pasaron a ser denunciados por presunto delito de abuso de autoridad.

Muchos se preguntarán con toda razón como podría ser posible que un hecho de esta naturaleza puede derivar en un presunto delito, y, la respuesta se encuentra en la pusilánime posición del Fiscal anticorrupción que llegó con los Policías a realizar una celada que se frustró y que terminó siendo solo un show.

Los hechos se registraron la semana pasada en la céntrica intersección de la avenida Pardo con Gálvez, hasta allí llegaron los suboficiales de la Policía Anticorrupción Kelvin Seijas Ruiz y César Goicochea Meléndez con el fiscal anticorrupción José Olivos Cossío atendiendo a la denuncia de un transportista que señalaba a un efectivo de la Policía de Tránsito de haberle exigido el pago de una coima.

Por extrañas razones, en este caso la celada falló de manera clamorosa, se supone que el transportista denunciante llegó al lugar, hizo la entrega del dinero y luego los agentes policiales intervienen y decomisan el dinero de la coima al denunciado en presencia del Fiscal, como se ha procedido en todos los casos.

Sin embargo, en esta ocasión los efectivos de la Policía anticorrupción procedieron a intervenir al Suboficial de Tercera Jonathan Castillo Huayta quien se resistió a la acción de sus colegas y se registró un forcejeo en el cual los dos custodios anticorrupción lanzaron al suelo a su colega, generándose un incidente que no terminó siendo aclarado.

Ello porque al ser llamado el transportista que denunció al Policía que le había cobrado una coima, dijo que aquel no era el efectivo, en otras palabras que había existido una confusión, por lo que sencillamente la diligencia había abortado.

Sin embargo, los Policías de Tránsito no se quedaron de brazos cruzados, ante la violenta intervención de su colega y el llamado de éste, varias unidades motorizadas llegaron al lugar y rodearon a los Policías anticorrupción porque estaban denunciándolos por delito de abuso de autoridad y esperaron que llegara la Fiscal de Turno a efectos que los intervenga en el mismo lugar de los hechos.

Cierto es que los efectivos de tránsito puedan sentirse afectados ante una denuncia falsa, sin embargo, tratándose de una celada en la que se halla presente el representante del Ministerio Público, una confusión no podría dar lugar a tanto, de allí que se requería que el Fiscal José Olivos Cossío explique lo que estaba sucediendo para que el incidente terminara en ese mismo momento,

Sin embargo, cuando buscaron al mencionado Fiscal éste ya no se encontraba en el lugar, había desaparecido como por arte de magia y se había retirado sin haber cumplido su función, cual era levantar un acta y dejar constancia de la frustrada celada que había realizado con los dos agentes de la Policía anticorrupción.

Esta actitud absurda e incomprensible del fiscal permitió que los dos agentes de la Policía anticorrupción, quienes se enfrentaron verbalmente con los Policías de Tránsito, fueran trasladados a la Primera Comisaría en donde se realizaron las diligencias a las que se tiene lugar cuando existe una denuncia de por medio.

Lo que no se puede soslayar es que detrás de esta fallida intervención no solo existen clamorosos vacíos y errores en una diligencia que se supone es formal y responde a una denuncia previa, sino que hay de por medio ya una rivalidad entre los efectivos policiales que supera la fraternidad institucional.

Los agentes de la Policía anticorrupción son los mismos que han intervenido en hasta por lo menos seis denuncias realizadas por transportistas contra efectivos policiales de tránsito o de los departamentos de investigación de Tránsito de las comisarias, a los cuales han sorprendido en delito flagrante de corrupción de funcionarios a través de la prueba madre en esta clase de denuncias como es la celada.

Los medios de comunicación hemos dado cuenta de todas estas acciones, de ha difundido las imágenes de las celdas y la formas como los sub oficiales son detenidos con el dinero de una “mordida” y son llevados a los calabozos de manera directa antes de ser trasladados al penal de Cambio Puente en donde permanecen.

De allí que existe cierto recelo entre los miembros de la Policía por el accionar de estos agentes anticorrupción, de tal suerte que no vacilan en sacarles antecedentes que han registrado estos efectivos durante su trayectoria con la única finalidad de desacreditarlos, cuando las evidencias de las intervenciones realizadas no dejan lugar a dudas de la costra de corrupción que envuelve a muchas dependencias policiales.

De allí que la reacción de la Policía de Tránsito arrastra algo de este recelo institucional, aun cuando cierto es que han existido muchas fallas en la celada realizada, comenzando por la actitud pusilánime del fiscal de abandonar el escenario del presunto delito de corrupción y de vacíos como la falta de una denuncia formal por parte del transportista o la inexistente verificación previa por parte de los agentes anticorrupción de la identidad del efectivo al cual estaban interviniendo, al extremo que el denunciante luego no lo reconocía como tal y alegaba que era otro que ahora nadie sabe quién ha sido.

Que quede este hecho como un funesto precedente de lo que no se debe hacer cuando se lleva adelante una diligencia tan delicada e importante como esta, los actos de corrupción promovidos por efectivos de la Policía Nacional importan un hecho sumamente grave que no solo afecta a una persona que es coaccionada a entregar una suma de dinero para que no la intervengan, sino que hiere las fibras de la dignidad y la moralidad del país, como tal se debe actuar con mucho celo y cuidado para que no se dejen cabos sueltos que luego pueden dar lugar a contradenuncias como éstas, menos aun con un Fiscal esquivo como el que llegó a esta intervención y generó todo este pandemónium que hoy enfrente a dos unidades de la propia Policía Nacional. El jefe de la División Policial es el llamado a poner orden en todo este tinglado.