Editorial

Editorial: ::: VIOLENCIA INCESANTE :::

Anteayer domingo se ha recordado el “Día de No Violencia contra la mujer”, fecha especial que se ha considerado en el calendario de la institucionalidad y que corona el esfuerzo que se realiza desde todos los sectores para frenar y buscar que erradicar las muestras de absoluta beligerancia de ciertos sujetos para con el denominado sexo débil.

Con este motivo las organizaciones adscritas al gobierno nacional como los gobiernos regionales y locales, han desarrollado una serie de actividades cuyo objetivo ha sido el de sensibilizar a la ciudadanía respecto a la necesidad de rechazar cualquier clase de violencia hacia la mujer, no solo la física que es la más habitual y cobarde, sino la violencia verbal, psicológica y todas aquellas que se suscitan a diario.

Charlas, foros, ferias informativas, pasacalles y muchas otras actividades se han desarrollado a efectos de relievar este acontecimiento que debería concentrar la preocupación de todas las autoridades e instituciones interesadas por el tema.

No se puede soslayar que uno de los movimientos emblemáticos de esta lucha incesante contra la violencia hacia la mujer fue las convocatorias realizadas por los colectivos civiles bajo el slogan “ni una menos”, quizás un cliché que caló mucho en la comunidad y que llevó a miles de personas a salir a las calles para decirle basta a las muestras de intolerancia hacia las mujeres.

No se ha optado por una de estas convocatorias, empero, se han desarrollado otras actividades que han permitido llamar la atención de la población más aun en un momento en que se percibe que ni las medidas drásticas o contundentes de la justicia hacen escarmentar a los agresores, por el contrario, los hechos se suceden uno tras otro.

Tampoco las leyes más rígidas o estrictas que se han promulgado en los últimos años han servido para detener esta vorágine de violencia hacia las mujeres, el encarcelamiento de los sujetos que agreden a sus parejas o ex convivientes no ha sido un paliativo para atenuar una estadísticas que se hace cada día mas copiosa.

Y una muestra de ello la hemos experimentado la semana pasada cuando en medio de las informaciones de los medios de comunicación que daban cuenta del advenimiento del día de la no violencia contra la mujer y cuando se difundían las actividades programadas por las instituciones locales, se presentaron nuevos y repudiables hechos que dejaron muy malheridas a dos mujeres.

El primer caso fue el protagonizado por un sujeto enfermo de celos, quien en la vecina localidad de Casma buscó a su ex pareja Beatriz Figueroa Alva en la cebichería en la cual trabajaba y con la finalidad de reclamarle en la medida que le habían informado que ya tenía otra pareja.

Se trata de Felipe Canabal Salinas, un iracundo y violento individuo de 55 años de edad, quien no vaciló en coger a la mujer y lanzarla al suelo para allí darle de puntapiés y puñetes hasta dejarla inconscientes, inclusive, los gritos de trabajadores y testigos no detuvieron al maleante que dejó a la mujer en medio de un charco de sangre.

La agredida no solo presenta las serias contusiones que deja una paliza de estas características sino que se encuentra con la mandíbula fracturada y con una herida expuesta como consecuencia de la brutal agresión que sufrió, incluso, no ha podido ser atendida en el hospital La Caleta el último fin de semana porque su caso requiere de la intervención de especialistas que cuenten con equipos para una operación delicada, que no existen en nuestra ciudad, lo que nos da una idea de las lesiones.

El sujeto fue detenido por la Policía y cuando se puso a disposición del Juez no mostró arrepentimiento alguno, por el contrario, la agraviada ha revelado que los familiares de su ex conviviente la acosan y hasta la amenazan para que retire la denuncia, bajo el pretexto que en caso vaya a la cárcel no le entregaría un sol para el mantenimiento de sus dos hijos, un argumento típico en los maltratadores.

Pero este no ha sido el único caso que recibió al Día de la no violencia contra la mujer, en el vecino distrito de Moro se suscitó otro incidente que tuvo como protagonista a Carlos Freddy Rosas Margarita, un sujeto que llegó intempestivamente a la vivienda de su ex conviviente Jaqueline Miriam Reyes Salinas ubicado en la manzana A lote 1 del A.H “Nuevo Moro” en donde le reclamó por haberla visto conversando con un hombre.

Aun cuando la agraviada trató por todos los medios de no permitir el ingreso de su ex pareja, éste, apelando a su fuerza, violentó la puerta y una vez dentro empezó a propinarle patadas y puñetes para luego dejar la vivienda, no sin antes amenazarla con hacerle más daño si se metía con otro hombre.

La mujer, asustada y dolorida por los fuertes golpes en los brazos y piernas, logró acudir personalmente a la dependencia policial donde sentó la denunció y en mérito de ella se detuvo posteriormente a Carlos Freddy Rosas Margarito, quien inicialmente opuso resistencia, pero luego admitió haber agredido a su expareja.

Estos escenarios ya no son ajenos a la vida cotidiana de los chimbotanos, si alguien tuviera la paciencia de revisar los archivos periodísticos de cualquier medio de comunicación de la ciudad se llevará una desagradable sorpresa al comprobar que la violencia contra la mujer es un tema recurrente, incluso, a pesar que ya existe una corriente bastante posicionada en nuestra sociedad de hombres que convienen con terminar con los rezagos del machismo y, esencialmente, con la cobardía de ponerle una mano a la mujer, sea quien fuera y de quien se trate.

Los hombres deben entender que han llegado a este mundo en el vientre de una mujer, que han crecido en su regazo, no solo tienen una madre sino también tienen hermanas y no deben permitir que nadie las trate con violencia, y, dentro de ese contexto deben ser los primeros en rechazar las acciones beligerantes contra ellas.

Es realmente preocupante que en los prolegómenos de una celebración tan importante como el día de no violencia contra la mujer, se registren actos repudiables como las agresiones registradas en Moro y Casma, especialmente en esta última que debe ser sancionada con todo el peso de la ley. La justicia no debe dar un solo paso atrás ante esta violencia incesante, incluso, aun cuando los abusivos no escarmienten, deben mantener esa línea férrea de encarcelamientos sin miramientos para los agresores que, aparentemente, no se contentan con el calificativo de cobardes.