Siempre hemos dicho que la labor de las autoridades en el ordenamiento de la vida nocturna de la ciudad es una de las más difíciles y complicadas pero en la cual se tiene que poner mano dura, de lo contrario, el acostumbrado relajo y desgobierno seguirá dominando para desazón de los miles de pobladores que no pueden ni siquiera dormir con el funcionamiento ilegal y descarado de muchos negocios.
Y es que la labor es complicada porque no solo está sujeta a las desvergonzadas acciones que emprenden los propietarios de los negocios sin licencia, los cuales llegan al extremo de gastar mucho dinero en la contratación de abogados para que planteen toda clase de denuncias y demandas contra los funcionarios municipales que los sancionan, sino que deben lidiar con individuos beodos y malcriados a los que nadie quiere sancionar.
Precisamente, el pasado fin de semana agentes del Serenazgo y funcionarias de la Municipalidad Distrital de Nuevo Chimbote debieron tolerar las actitudes grotescas, impúdicas, beligerantes, violentas e incivilizadas de un individuo que bajo los efectos del alcohol la emprendió contra ellos por el solo hecho de haber intervenido el local en donde, aparentemente, estaba empinando el codo.
El hecho ocurrió al promediar la 1.00 de la madrugada del pasado viernes 08 en la urbanización “El Bosque”, hasta donde llegaron las funcionarias del áreas de fiscalización y comercialización de la Municipalidad de Nuevo Chimbote, acompañadas de agentes del Serenazgo y la Policía Municipal para intervenir un local llamado “La Fortuna”, donde parroquianos libaban licor, en la vía pública, en el frontis del establecimiento.
Los ediles tomaban parte en un operativo de control de rutina a efectos de identificar y sancionar a aquellos establecimientos que están infringiendo la ley en la medida que el funcionamiento nocturno de un negocio está debidamente regulado y no solo debe contar con la autorizaciones pertinentes sino que debe respetar horarios y, esencialmente, el orden y sosiego que requiere la comunidad para descansar.
Sin embargo, al llegar al mencionado local, ubicado en la manzana F lote 41 de la Urbanización Buenos Aires, verificaron que el local no contaba con licencia para vender bebidas alcohólicas en el lugar, permitiendo indebidamente que ciudadanos se dediquen a libar licor en la vía pública, tanto así que existían bancos y asientos acondicionados para los beodos en el frontis del establecimiento.
Sin embargo, uno de los parroquianos que se habría encontrado libando licor en el lugar, se acercó identificándose como Jean Paul Pérez Contreras de 33 años, y, lejos de respaldar la acción de la autoridad, insultó a los funcionarios con frases de alto calibre, señalando que el “tenía todo el derecho de beber en la calle” (¿?).
Las funcionarias ediles aseguraron que Pérez Contreras intentó agredirlas, lo que obligó a la policia municipal y al serenazgo a intervenir, sin embargo, en un descuido cogió el celular de uno de los agentes que grababa el hecho para arrojarlo a varios metros, quedando prácticamente inservible.
Es evidente que lo que intentaba es borrar las huellas y evidencias de su accionar delictivo, razón por la cual los agentes municipales, haciendo valer las atribuciones que le otorga la ley en materia de arresto ciudadano, procedieron a reducirlo y trasladarlo a la comisaría de Buenos Aires donde quedó en calidad de detenido a la espera de la presencia del Fiscal de turno.
Hasta aquí las incidencias de unÂÂÂ hecho vergonzoso pero que pone de manifiesto el accionar de gente desadaptada que no solo atropella la norma en la medida que libar licor en la vía público está terminantemente prohibido, sino que deja una vez más al descubierto el tema de la falta de protección de las autoridades para hacer cumplir la norma.
No es posible que funcionarias que realizan un operativo madrugador no cuenten con un solo efectivo policial que respalde el operativo, qué hace la Fiscalía que ni se asoma en las actividades que realiza el Municipio, donde está la Subprefectura para que demande en nombre del ejecutivo que estas acciones tengan éxito para el orden de la actividad nocturna en el distrito.
Lo más grave es que apenas unas horas después que los funcionarios y serenos dejaron al belicoso individuo en la sede policial, fue liberado, no se sabe por orden de quien, y la emprendió a insultos y diatribas contra sus intervinientes a través de las redes sociales, comenzó a lanzar lodo y barro desmereciendo no solo una conducta personal sino una posición profesional que se supone se ha ganado con esfuerzo.
Ello porque el protagonista de este penoso y bochornoso incidente, Jean Paul Pérez Contreras, es un médico de profesión, como tal debería guardar las formas y la compostura, se supone que ha estudiado y se ha formado en aulas en donde la primera norma que se enseña es la disciplina y el respeto a los demás.
De otro lado, hay una pregunta que se cae de madura ¿no es la violencia y resistencia a la autoridad, que es la figura que se le atribuye a este médico matón y malcriado, un delito que se sanciona drásticamente y con restricciones a la libertad ambulatoria? ¿Cómo es que la Fiscalía o quien quiera haber dispuesto la liberación del irreverente no respalda la labor de funcionarios públicos que tratan de poner orden en la ciudad y son maltratados de la peor manera? ¿Le gustaría a una Fiscal que hicieran lo mismo con ella?
Lo más absurdo es que se sabe que en el distrito existe un Comité Distrital de Seguridad Ciudadana que se supone debe reunirse puntualmente a efectos de coordinar acciones conjuntas para poner orden en la ciudad, y, en ese cónclave acuden representantes del Municipio, de la Subprefectura y de la Fiscalía, entonces, la pregunta que se cae de madura es ¿Por qué no coordinan acciones para que se proteja a los funcionarios que intervienen los locales nocturnos y para que se sancione drásticamente a quienes los ofendan y agredan como ha ocurrido la semana pasada?
Es evidente que en este tema hay mucho por hacer, empero, si es que no se delinea un trabajo en equipo saldrán muchos Jean Paules Pérez que atropellarán a una autoridad que tiene que defenderse y hacerse respetar. No se debe permitir más espacio a los bravucones.