Hace ya más de dos años y medio atrás, una lluvia intensa provocada por el fenómeno de ”El Niño Costero”, generó serios estragos en la ciudad, en sus vías de circulación, en sus pueblos jóvenes y asentamientos humanos, en el suministro de los principales servicios y en todas las actividades económicas.
En aquella ocasión se dijo y se repitió que nuestra ciudad no está preparada para esta clase de precipitaciones que por su intensidad y prolongación son propias de otras ciudades pero que los cambios climáticos y la propia naturaleza nos advierte que no somos ajenos a fenómenos pluviales perniciosos, de allí que se llegó a la conclusión que habría de adoptarse medidas preventivas para esta clase de escenarios.
Pero no solo la lluvia causó estragos, los desbordes que los canales de irrigación de las partes altas de distrito de Nuevo Chimbote y que desembocan en las lagunas de los humedales de Villa María, han comenzado a desbordar las aguas hacia la zona urbana de Tres de Octubre, Primero de Mayo y Villa María,
Justamente, a mediados del pasado mes de agosto se presentó una de las emergencias más serias debido a la obstrucción de las tuberías ubicadas debajo de la avenida pardo y como consecuencia de un descuido de las juntas de regantes de ese sector y hasta la desidia de algunas entidades del sector agrícola y de la propia empresa Sedachimbote que no controlan el flujo de estas canalizaciones.
En esa oportunidad, hablamos de poco más de un mes, las autoridades sureñas dijeron que existía la necesidad de encontrar una solución definitiva a este problema y ofrecieron reunirse para plantear no solo las alternativas viables sino para buscar los presupuestos que ese proyecto implique.
Lamentablemente, han pasado los días y la emergencia se vuelve a registrar desde el pasado fin de semana, no tiene las características anteriores pero sí refleja que el problema se mantiene y nadie, absolutamente nadie, parece dispuesto a tomar la iniciativa para resolver el problema de manera definitiva.
Ya para entonces habíamos advertido en esta misma columna editorial que en estos desbordes de Nuevo Chimbote se tenía que proceder como se hizo en los drenes de evacuación de las aguas de regadío de Chimbote, aquellas que por años inundaron y anegaron las calles céntricas de la ciudad en la medida que por allí discurren los saldos del regadío de las chacras de la zona de La Campiña,
Los aniegos debieron repetirse una y otra vez para que las autoridades decidan reunirse en un cónclave decisivo, no solo la Municipalidad Provincial del Santa, que a la larga no tenía competencia en estos menesteres pero debería ser la primera interesada en que se resuelva, sino las junta de regantes, la autoridad regional agraria, Sedachimbote, Chinecas, el Colegio de Ingenieros y todas las entidades que tengan alguna posibilidad de tomar parte en la salida definitiva al problema.
Fue allí en donde se plantearon las mejores soluciones, los profesionales conocen que es lo más viable y como puede hacerse, los funcionarios serían los encargados de buscar el financiamiento y este trabajo consiguió que, finalmente, los desbordes de gran magnitud de antaño virtualmente desaparezcan, claro que esta solución promovida por los medios de comunicación tardó varios años en gestarse.
Esto último es lo que no debe ocurrir en Nuevo Chimbote, el alcalde distrital Domingo Caldas Egúsquiza, cuya empresa es una de las afectadas directamente por estos desbordes, debería convocare de una buena vez a todas las entidades involucradas en el tema, son casi las mismas que en su oportunidad se citaron en Chimbote, como Chinecas, Sedachimbote, la autoridad agraria, la autoridad distrital del agua, los colegios profesionales de ingenieros y arquitectos y hasta la empresa privada.
Es imperativo que esto se haga lo más pronto posible, no hay que olvidar que el problema del suministro de agua para Nuevo Chimbote subsiste si es que algún fenómeno arrasa con los canales de irrigación de Chinecas, tal como ocurrió el año 2017, cuando el distrito sureño se quedó sin liquido elemento por más de una semana porque no había como remplazar la alimentación de las pozas de almacenamiento. Ese problema, siendo tan delicado, tampoco se ha resuelto porque no se ha planteado la alternativa que se requiere.
De la misma manera, toda la madrugada del sábado último se registró una persistente lluvia de poca intensidad pero bastante prolongada y las calles se anegaron totalmente, las viviendas de los asentamientos colapsaron, en algunos sectores se suspendió el suministro de energía aunque, afortunadamente, esta vez no se interrumpió el suministro de agua como en antaño.
Empero, es evidente que hay un serio perjuicio porque las pistas y veredas siendo muchas de ellas nuevas se deterioran cuando existe empoces de agua que se mantienen por varias horas, y, ello no debería registrarse en tanto las calles no cuentan con un sistema de drenaje, una alternativa que se planteó cuando llegó el Niño Costero y hasta la fecha no existe un solo proyecto que pueda impedir esta secuela de las precipitaciones.
Claro, muchos podrían decir que es contraproducente pedir proyectos de esta índole cuando hasta la fecha, después de dos años y medio, las autoridades han sido incapaces de poder canalizar las obras de rehabilitación de los estragos que dejó el Niño Costero, inclusive, a pesar que el Gobierno ha transferido las partidas presupuestales solicitadas ante la autoridad de la reconstrucción con cambios.
De allí que se pone en evidencia que existe marcada desidia e indiferencia de las autoridades para emprender las gestiones pertinentes a efectos de salvar las contingencias de las lluvias y los aniegos, lamentablemente, las autoridades prometen y ofrecen solo con el ánimo de buscar titulares, sin embargo, al poco tiempo se olvidan de todo y dejan la cosas como están, ojalá algún día entiendan que la naturaleza no perdona, no espera que los gobernantes se decidan a tomar medidas preventivas.
Hay que reaccionar de una buena vez, las lluvias y aniegos estarán siempre al acecho, se tienen que solucionar los inconvenientes para que no dejen más estragos.