SEPELIO
La muerte del recluso Pedro Martín Mendoza Chavez en el interior del Penal de Cambio Puente debe ser esclarecida. Eso que murió electrocutado no lo cree nadie, por el contrario, los deudos afirman que habría sido asesinado tras recibir varios ataques profundos con un verduguillo. Ya las autoridades tratarán de esclarecer los móviles e identificar a los autores. Pero lo que causó graves enfrentamientos fue su sepelio. Los deudos lo llevaron a Huarmey, su tierra natal, en donde aparentemente era una persona bastante estimada pues más de un centenar de personas acompañaron el féretro hasta el camposanto. Una situación que es inadmisible en tiempos de pandemia, pues los que han sufrido la pérdida de algún familiar por otra causa que no sea el COVID 19 saben que tanto el velatorio como la inhumación de los restos se realiza con no más de cinco a diez personas. Solo se permite la presencia de los familiares directos, es una pena pero se tiene que evitar los contagios y está estrictamente prohibido la aglomeración de personas. Por ello la Policía debió acudir con un fuerte contingente al cementerio de Huarmey para evitar esta acumulación de gente, pidió a los asistentes que se regresen a su domicilio y como no querían hacer caso lanzaron bombas lacrimógenas generando un total aspaviento. En realidad, la autoridad no puede hacer otra cosa cuando la gente, que es consciente de estas reglas que existen por la pandemia, no hace caso. Es una pena que una acción de carácter sepulcral concluya de esta forma pero los deudos fueron los que debieron evitarlo pidiendo a sus amigos que se retiren porque estaba prohibido.
TRAFICO
La noticia de moda que nos traen los noticiarios de la televisión nacional descubren el escandaloso tráfico de medicamentos que se registra en el sector farmacéutico, es la típica manifestación de la especulación en el sector formal. En la medida que la gente se volcó a las farmacias en busca de los medicamentos que en las redes sociales, y en la misma televisión, señalaban como los ideales para combatir el COVID 19, los propietarios de estos establecimientos decidieron esconderlas, ocultarlas y, probablemente, negociarlas por lo bajo. Lo cierto es que la gente preguntaba y les decían que eran productos agotados. Ha debido el Gobierno no solo amenazar al sector Farmacéutico con fuertes multas y denuncias, sino con operativos para que las Farmacias se muestren más accesibles a la venta de estos productos cuyos precios antes de la pandemia eran los más cómodos pero que luego volaron por los cielos. Nos estamos refiriendo al noble Paracetamol, que los peruanos tomábamos cuando estábamos con fiebre o malestares, la Azitromicina, que es infaltable en los procesos gripales de carácter infeccioso, cuyos precios no pasaban de los cinco soles en los blister de díez comprimidos. Ahora los venden a 10 soles por cada pastilla, un verdadero abuso. También ha surgido la ivermectina que son unas gotas que le aplican a los animales, pero como anticoagulante arrasa con el virus, pero los médicos han advertido que tiene contraindicaciones y lo mejor es que se prescriba luego de una evaluación del paciente. Este medicamento costaba 18 soles y ahora lo venden por lo bajo a 190. No cabe duda que la especulación de los mercados pasó a las Farmacias. Pero lo más grave es lo que ha ocurrido en Chimbote la semana pasada, pues las autoridades realizaron un operativo de control de la venta de medicamentos y se encontró con una Farmacia Clandestina, un establecimiento público que ofrecía medicinas en plena avenida Gálvez sin contar con una sola autorización, carecía de licencia de funcionamiento y de la autorización de la DIGEMID que es la licencia que extiende el sector salud a un establecimiento de venta de medicinas. Es increíble que en pleno corazón de Chimbote pueda haber funcionado una Botica informal por tanto tiempo, allí no existe garantía alguna para que los ciudadanos hayan adquirido medicamentos con los debidos registros sanitarios. Eso es un serio riesgo a la salud y los responsables deben ser sancionados de manera drástica.
LUTO
El foro chimbotano y la judicatura de nuestra provincia estuvo de duelo el último fin de semana. Tal como lo dio cuenta nuestro medio de comunicación, falleció el conocido abogado Jaime Tarazona Villanueva, quien padecía una antigua enfermedad que se lo llevó apenas a los 72 años y, lo más triste, en medio de una pandemia que no permitió que su vasta constelación de amigos pudiera acompañarlo en su último adiós. El Dr. Jaime Tarazona pertenecía a esa constelación de abogados que formó la Asociación de Abogados de Chimbote y Casma, que luchó no sólo por la moralización en la administración de justicia en tiempos bastante difíciles y complicados, sino por la creación de la sede judicial de la Corte del Santa. Nuestras más sentidas condolencias a sus familiares, especialmente a su hijo Roberto que le siguió las huellas en la abogacía.