Populistas solo quieren más Estado y burocracias doradas
Los graves errores acumulados por el Ejecutivo en la contención de la pandemia y los problemas acumulados por décadas en el sistema de salud son la causa principal del agravamiento de la recesión en el país. La economía caerá alrededor del 15% del PBI –mucho más que el promedio mundial– y el número de pobres crecerá en cerca de tres millones, sumando nueve millones en total (30% de la población). En este contexto, la pregunta inevitable, ¿es quién o qué grupo defenderá a los pobres del país?
Los populistas y los demagogos pretenden defender a los pobres culpando al sector privado de ser la fuente del aumento de la pobreza por una exacerbada voluntad de explotar, de “elevar la plusvalía”. De allí que propongan regulaciones y controles de precios en las pensiones de la educación y en los precios de las medicinas, y que planteen congelar los intereses y las obligaciones bancarias. De allí también que hayan perforado el sistema privado de pensiones promoviendo retiros irresponsables. El objetivo de los populistas: debilitar al extremo al sector privado para luego estatizarlo todo. Más claro no cantan los gallos en pandemia.
Ahora bien, amigo lector de El Montonero.pe, todos sabemos que con tres meses y medio de confinamiento toda la sociedad se ha ajustado los cinturones. Ricos, clases medias y pobres. Los ricos ahora son menos ricos, algunos sectores de la clase media han caído en pobreza y algunos pobres se han desbarrancado en la pobreza extrema. ¿Sabe usted, amigo, quiénes o qué sectores no han perdido un solo sol frente a la crisis, al margen de los anuncios de reducciones de sueldos de funcionarios del Estado? Los burócratas que suelen culpar a los privados de todos sus errores. Detrás de todo populista hay más Estado, más burocracia y menos sector privado.
¿Qué sucederá con los nueve millones de pobres del Perú si el populismo sigue avanzando? Simple: se convertirán en más de 15 millones (50% de la población), tal como sucede en Venezuela y tal como acaeció en el Perú cuando el modelo chavista – velasquista destruyó el país, en los ochenta. El mensaje del populista tiene intensidad: expropiemos a los ricos para distribuir a los pobres. El camino ya es conocido. El Estado crece, se estatizan las empresas, la burocracia crece, la planilla se ensancha y creamos una Venezuela para arrancharnos el papel higiénico o almorzar a nuestras mascotas.
Hoy el Estado es enorme en el Perú. Consume alrededor de US$ 65,000 millones (30% del PBI antes de la pandemia) en los gobiernos central, regionales y locales, extrayendo recursos de la sociedad –a los ricos, a las clases medias y a los pobres– a través del impuesto a la renta, el IGV y el Impuesto Selectivo al Consumo. Enorme Estado sin hospitales, sin respiradores, sin medicinas genéricas, pero con una burocracia en ministerios sinsentido como el de La Mujer, Cultura, Medio Ambiente, Midis y otros.
La manera como se extraen recursos del sector privado es alarmante. Cerca de 40 corporaciones contribuyen con el 85% de los ingresos por renta del Estado, por la alta informalidad del país. Pero igualmente los pobres, los informales, que tienen ingresos entre S/ 200 y S/400 también son explotados por la burocracia, porque gran parte de su consumo se va en IGV.
Si el sector privado, formal e informal, ofrece más del 85% del empleo y más del 80% de los ingresos del Estado, y no hay un buen sistema de salud ni un buen sistema educativo, entonces los enemigos de los pobres son el actual orden estatal y los políticos populistas. Estos últimos ahora culpan a los privados de la falta de genéricos para tratar el Covid-19, no obstante que el Estado tiene el 80% de la comercialización de las medicinas y está con los bolsillos repletos de recursos.
Menos Estado y la racionalización y reorientación de gastos, para concentrarlos en salud y educación, nos impulsaría a una reforma general del Estado y a reducir impuestos y las sobrerregulaciones que se levantan para justificar una burocracia y una planilla que explota a ricos y pobres. En este contexto vale interrogarse, ¿quién defenderá a los pobres del país?
(El Montonero – Víctor Andrés Ponce)